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jueves, 30 de julio de 2015

Los pueblos nómadas de Asia Central.

En su monumental “Historia Universal”, Montenegro y Solana señalan:
 “La estepa, que se extiende desde Manchuria hasta Hungría, fue la morada original depastores nómadas. Se caracteriza por ser una planicie abundante en hierba, rodeada demontañas y apta para la cría de ganado caballar, ovino o vacuno. De acuerdo con laclasificación dada por Ptolomeo (Scythia intra Imaun y Scythia extra Imaun) se ha hechouna diferenciación entre estepas altas y bajas, identificándose el Imaus con el Himalaya y laMeseta de Pamir. 

Conviene subrayar que mientras en el sur de Rusia y el oeste de Siberialas tierras son apropiadas para el desarrollo de la agricultura y el pastoreo, en cambio en elAsia Central y más hacia el este son desérticas. La región comprendida entre los bosquesnórdicos y la zona montañosa que separa el norte y sur de Asia se divide en dos mitades quecuentan con vida propia típica: la parte occidental y la oriental. La estepa occidental se iniciaen la llanura húngara (Balcanes-Cárpatos) y se extiende por Rumanía y Bulgaria hacia elSur (Cáucaso) y Este de Rusia (Montes Urales); se continúa por Siberia y el Kazajstánhasta la meseta del Pamir, el T´ien Shan Occidental, Este del Lago Balkach y MontesAltai, que bordean el nordeste de Mongolia. La parte oriental se divide a su vez en dosregiones esteparias: la meridional (Norte del Tíbet, Sur de T´ien Shan, Cuenca del Tarim)alcanza el Noroeste de China y Mongolia; la septentrional recorre el norte del T´ien Shanhasta Mongolia. Ambas se juntan dejando al mediodía el desierto del Ordos, pues el desiertode Gobi, o Chano, penetra en China hasta el Gran Kingan y Manchuria.

 Los confinesmeridional y septentrional de las estepas coinciden en la región de Dsungaria (en el Sinkiangseptentrional), que ha sido un punto neurálgico para el paso de hordas nómadas. Los jinetesescitas, atravesando los pasos existentes, alcanzaron Europa desde estos confines.”En el siglo VI a. de C., el pueblo Escita domina el interior del territoriosituado al Norte del Mar Negro, al que se accede remontando los ríos de laregión: el Dniéster, el Bug, el Dniéper y el Don. 

En torno a esta fecha losasentamientos en la zona, que hoy comprende la actual Ucrania, se han idoprodigando, y los pueblos nómadas han sometido a las pacíficas poblacionessedentarias allí establecidas.¿Quiénes eran los Escitas?. Procedentes de Asia Central (las regiones quehoy comprenden la República de Altai y Mongolia) los pueblos Escitasposeían una cultura basada en el nomadismo unida al culto al caballo, unanimal que daba significado a su propia filosofía de la vida, a su manera deentender la guerra, e incluso a su propia muerte. Es un hecho histórico que losnómadas domesticaron el caballo, novedad que, probablemente, fueintroducida a principios del segundo milenio antes de Cristo por los Escitas delas estepas rusas.

 En el haber de estos pueblos contamos las guerras contra Asirios, Egipciosy Persas, quienes los recluyeron entre la actual Rusia y Ucrania, siendofinalmente los Sármatas quienes les hicieran desaparecer de la faz de laHistoria.Herodoto, primer historiador, geógrafo y viajero infatigable, recorrió a lolargo de veinte años el contorno geográfico del Mar Negro, Anatolia,Mesopotamia, Egipto, Macedonia y toda Grecia. El resto del mundoperiférico (los pueblos que circundaban a estos primeros), formado pornubios, Indios, Etíopes, Persas e Iberos, son nombrados en su “Historias”,pero será solo a los Escitas a quienes consagraría enteramente uno de suslibros.¿Por qué interesan tanto al geógrafo griego los pueblos Escitas?. 

Aunque laconclusión acerca de sus observaciones será siempre la certeza de la evidentesuperioridad del pueblo Heleno en relación a sus vecinos, los Escitas recibiránla plena curiosidad del historiador. Quizá la fuerza del orgullo de su raza - queles hace rechazar cualquier influencia exterior y mantener su forma de vida -,la vastedad de las tierras que dominan y que tanto amedrentan a los propiosGriegos por su enormidad, su increíble disposición a la lucha, la capacidad deagruparse ante la amenaza común o sus evidentes dotes como artistasorfebres, suponen un reclamo a su inquietud etnográfica. 

Esta actitud de recogimiento a la que aludimos, esta defensa de su propiacultura y de sus valores tradicionales, entronca con otras posiciones parecidasque encontramos, muy posteriormente, en otros países del Oriente, comoJapón o China, cuando, en un momento de su historia, cierran sus fronterashacia todo aquello proveniente del extranjero, dando así tiempo a suspobladores para cultivar una cultura nacional única. 

En el año 1.763, el GeneralMelgunov, un militar ruso coninquietudes arqueológicas, fue elprimero en sacar a la luz vestigiosde los Escitas. Estos increíbleshallazgos habían permanecido bajola tierra helada de la estepa durante2.500 años. Ya en 1.868, WilhelmRrandoff realizó excavaciones alsur de la República de Altai (unauténtico cruce de caminosantropológico, cuna de una de lasramas lingüísticas que diera posteriormente origen a gran número de lenguas,entre ellas al japonés.). En aquel lugar descubrió una gran necrópolis (la mayoren cuanto a restos escitas que hasta hoy se conoce). Estos restos seencontraban a miles de kilómetros (más de 2.600) de los lugares en los quefueron encontrados los primeros restos (en la orilla norte del Mar Negro). 

Aquí salen a la luz las primeras espadas. Más tarde, otro ruso, Rudenco, levantaría uno de los más impresionantes yacimientos de esta cultura ancestral:la necrópolis del valle de Pazyryk, también en el Altai. En total serán unascuarenta las tumbas rescatadas del gélido suelo de la estepa.El país Escita, sin fronteras delimitadas, se extendería desde las tierras delas actuales Bulgaria, Rumanía y Ucrania hasta la República Centroasiática deAltai (en Siberia Central), Mongolia y Noroeste de China, influenciandoposteriormente a la Península de Corea y al propio Japón.

 Los Escitas no construyeron edificios emblemáticos, ciudades, oasentamientos que les obligaran a permanecer en un determinado lugar. Comonómadas que eran, su cultura artesana se basaba en elementos que pudieranportar consigo mismos. Quizá nunca otra cultura ha detenido su esfuerzo, contanto esmero, en el arte de la orfebrería, como lo hizo la cultura Escita. Elnivel alcanzado en esta forma de Arte no ha sido aún superado.En la batalla, aparte de su evidente dominio del caballo, los jinetes escitasse mostraban ante sus adversarios como fabulosos arqueros. A diferencia desus vecinos y enemigos (como los Cimerios, venidos de Europa Central),realizaban sus acometidas montando sus animales. 

Fueron ellos quienesenseñaron al mundo esa forma nueva de hacer la guerra. Solamente lasamazonas sármatas, mujeres a la altura de los hombres, serían capaces derivalizar, luchar y eliminar, a aquel pueblo singular. 

Una de las características de la espada escita es su pequeño tamaño, estosignifica que podría ser usada con una sola mano, sin necesidad de soltar lasriendas del caballo. Estos detalles entroncarían con un primer vestigioautóctono japonés: la espada warabite-to. También la falcata, la históricaespada de los Iberos, tiene similares características, siendo esta un arma depequeñas dimensiones apta para ser utilizada por el guerrero con un solobrazo, cortante en uno solo de sus extremos y con una hoja ligeramentequebrada a partir del mango, al estilo del antes mencionado warabite-tojaponés. 

La vida de los Sármatas, pueblo rival de los Escitas, corre en paralelo a laexistencia de estos últimos. Excelentes guerreros, mantienen algunasdiferencias con respecto a sus predecesores en su forma de vida. En losenterramientos de Ust-Labinska, Zubovskij y Vozdvizhenskaya, seencontraron gran cantidad de armas, tales como azagayas, puntas de flechas,jabalinas y espadas muy puntiagudas, largas y con mangos de maderaovalados, del todo diferentes a las usadas por los Escitas. Igualmentediferentes fueron los yelmos de jinetes y monturas propias de la guerra. Unode los enterramientos más significativos apareció en los Urales, despejado porRudenko, quien, en 1.916, destapa la mayor de las tumbas del grupo, en dondeaparece un caudillo rodeado de su cota de malla con cadenas de hierro, uncollar de oro y brazaletes de bronce. 

De la misma manera que los Escitas seenterraban con su espada, estos caudillos lo hicieron con las suyas,acompañándose también de puñales de oro. Las crónicas nos dicen que los pueblos Sármatas no eran tan expertos en eldominio del caballo como los Escitas, quizá fuera por ello que idearon laespuela y el estribo metálico. Estos elementos les harían superar la desventajainicial con la que partían al enfrentarse a sus enemigos naturales. Según estasfuentes romanas, los jinetes portaban espadas puntiagudas de bronce o hierrocon empuñaduras ovaladas de madera rematadas con un pomo de piedrapreciosa, como el ágata, que les servía de guardamanos.

 Después de haber conquistado las tierras escitas, y hasta su desapariciónfinal, a manos de los Hunos, los Sármatas recibieron la presión del Imperio deRoma. Alentados por la manera de guerrear de los Hunos, incorporaron laarquería que estos utilizaban, de tipo ballesta, disparando a caballo y haciaatrás, tal y como hacían los Partos. Esto causó no pocos problemas a losejércitos de Roma.Será en el siglo IV cuando los Hunos desbancarán definitivamente a losSármatas de la Historia. 

A los expertos japoneses les ha costado mucho incorporar la idea de quesu espada, símbolo nacional por excelencia, pueda ser el resultado de unaevolución que comienza muy lejos de allí, en el interior del Continenteasiático, en la franja de tierra que comprendía mayormente la cultura de losTártaros (en Mongolia), los cuales, a su vez, habrían recibido influencias de lospueblos Escitas y Sármatas (en Asia Central) e Hititas (en Anatolia).

 Japónaportó, sin duda alguna, su propio carácter, tanto al proceso de fabricación delas mismas, como a su estética final, alcanzando la forja de sus espadas unacalidad inigualable.Para algunos historiadores, como Tetsutaka Sugawara las conexiones sonevidentes: “Las relaciones entre los pueblos nómadas y Japón pueden encontrarse inclusoen la Mitología de uno y otro.

 A saber, dentro de los elementos emblemáticos del ImperioNipón encontramos: el espejo, la joya y el sable. Los Escitas proponían para sí mismos: lacopa, el arado y el hacha. Concretando la conexión, estableceremos que el agua funciona enla copa como un espejo, la joya representa la fuerza, la fertilidad y la productividad, que estátambién asociada con el arado, y la espada es el arma del soldado, estando asociada a lalucha”. (Tetsutaka Sugawara: Aikido and Chinise Martial Arts. Vol 1).

 Para el Sr. Egami, un investigador japonés actual que desarrolla susestudios e investigaciones sobre los restos arqueológicos en hierroencontrados cerca de Aomori, en el Norte de Japón, los vestigios descubiertosdemuestran las influencias que los pueblos Escitas centroasiáticos han ejercidoen la cultura de su país.Destruidos por los pueblos, en ese momento dominantes, el empuje de losnómadas prosiguió hacia el Este.

 En Corea fueron los pueblos de Koguryo(37 a. de C. a 427 d. C.) quienes recogieron la metalurgia del hierro que habíanlegado los Escitas. Más al norte, los Tungus, un pueblo enigmático cuyoorigen hay que buscarlo en China entre los ríos Yang Tse y Amarillo, seasentarán en la Cuenca del río Amur. Estas gentes serían portadoras de aquellacultura del metal procedente de las estepas. Estos pueblos harían llegar la nueva cultura al interior de Japón, comenzando así la epopeya de la espadajaponesa. 

Carcaj de un guerrero. Este lujoso carcaj de oro, hallado en la necrópolis ucraniana de Chertomlyk, está decorado con escenas mitológicas de influencia griega y es prueba de los contactos entre los escitas y las colonias griegas del mar Negro. Museo del Hermitage, San Petersburgo







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