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viernes, 9 de enero de 2015

La vergüenza francesa

La redada del Velodrome D’Hiver comenzó a las 4 de la madrugada del 16 de Julio de 1942.
Durante el primer periodo de Francia, los nazis pusieron en práctica la persecución del pueblo judío del modo acostumbrado. En primer lugar, identificando y registrando a sus integrantes, para después aprobar leyes que los obligasen a registrar sus propiedades antes de confiscarlas y deportar a todos los judíos de la zona ocupada. El gobierno de Vichy no dudó en brindar su sumisa colaboración durante todo el proceso…Alemania no disponía allí (Francia) de la mano de obra necesaria para identificar, detener y expatriar a los hebreos galos sin contar con la participación activa de la administración y la policía francesa, y más aún habida cuenta de que, en un primer momento, los nazis exigieron que se deportase a más judíos de Francia que de ningún otro país de Europa occidental. Durante un encuentro celebrado en Berlín el 11 de junio de 1942, presidido por Eichmann, se anunció un plan de actuación por el que debían ser llevados a Auschwitz 100.000 franceses. Sus edades debían estar comprendidas entre los 16 a 40 años. Ansioso por complacer a sus superiores, Theodor Dannecker se comprometió a enviar a todo hebreo francés que estuviera entre las edades señaladas. En una reunión mantenida el 2 de julio entre René Bousquet, jefe de la policía de Vichy, y una serie de funcionarios nazis, los alemanes pudieron comprobar por sí mismos cuán lejos estaba la teoría de la práctica. El representante francés expuso la postura de su gobierno: en la Francia ocupada, sólo podrían ser deportados los judíos extranjeros y en la no ocupada, la policía gala no participaría en redada alguna. Según sus propias palabras “Por parte de Francia, no tenemos nada en contra de los arrestos en sí, pero resultaría muy embarazoso que los ejecutase la policía francesa en París. Hemult Knochen, director de la policía de seguridad alemana, que sabía que las deportaciones serían impracticables sin la colaboración del país invadido, no dudó en protestar y recordó a Bousquet que “Hitler no entendería la actitud de Francia”. Al galo le bastó la amenaza implícita para mudar de postura: su policía detendría a judíos foráneos.

En un encuentro posterior entre el primer ministro francés, Pierre Laval, y Dannecker, aquél se mostró dispuesto –según éste último- a que “en la evacuación de familias judíos de la zona no ocupada, se incluyeran también a los niños de menos de 16 años. Por lo que respecta a los menos judíos de la zona ocupada, la cuestión no le interesaba lo más mínimo”.

En el apartamento familiar del distrito número 10 se encontraba Annette Muller. Tras oír ciertos rumores,, su padre, que era de origen polaco, había ido a ocultarse en las cercanías, en tanto que los suyos habían permanecido en la vivienda, ya que les resultaba inconcebible que toda la familia pudiese estar en peligro…”todo estaba patas arriba. Yo quise llevar mi muñeca conmigo…y ellos me la arrebataron de los brazos y la lanzaron con violencia sobre la cama deshecha. Entonces entendía que lo que iba a ocurrirnos no era nada bueno”.

La policía obligó a todos los judíos detenidos a una serie de autobuses que los llevó a la prisión de tránsito en que se había convertido el Vélodrome D’Hiver, un estadio cubierto situado en el distrito número 15. Todas las familias arrestadas en el transcurso de dos noches, un total de 12.884 personas, de las cuales 4.115 eran niños, fueron confinadas allí…”las luces estaban encendidas día y noche. Había grandes tragaluces y hacía mucho calor. Apenas volvimos a ver la poli. Había uno o dos lugares de los que obtener agua, y lavabos: tal vez dos…el hedor era insoportable. ..Vi a un hombre paralítico que vivía a poca distancia de la rue de l¡Avenir. Cuando íbamos a su casa lo veíamos siempre con una manta sobre las piernas, rodeado de sus hijos, que se dirigían a él con gran respeto. Recuerdo cuanto me impresionaba aquel señor. Y allí lo ví tumbado en el suelo, desnudo (era la primera vez que vía a un hombre sin ropa), y sin dejar de gritar. Tenía los ojos medio abiertos, y el cuerpo, blanco y desnudo. Ofrecía una imagen aterradora…

El sufrimiento que conocieron los Muller y otros miles de familias fue poco comparado con lo que les esperaba. Tras varios días de confinamiento en el velódromo, las autoridades trasladaron a las familias, en tren, a recintos establecidos en los campos franceses en Beaune-la-Rolande y Pithiviers. Pese a las condiciones del confinamientos, el hecho de que los niños estuvieran acompañados de sus maadres constituia un gran consuelo para los niños, pero dado que, en un principio los alemanes habían pedido a los franceses la deportación exclusiva de adultos capaces de trabajar, y puesto que los niños sólo habían sido incluidos en un segundo momento a fin de hacer cuadrar las cuentas, en Berlín no se habían acordado, de modo formal, de los preparativos necesarios para la expatriación de familias enteras. Sin embargo, aun cuando sabían, casi con toda seguridad, que apenas habrían que esperar unas semanas a que se efectuasen tales preparativos, (para que hubiera trenes dispones) las autoridades galas convinieron en separar a los padres de sus hijos y deportar primero a los adultos. Las autoridades francesas no trataron de evitar los terribles sufrimientos a que estaban abocados los expatriados; no propusieron a los alemanes que retrasasen las primeras salidas unas semanas para no tener que desmembrar a las familias. Laval había declarado con anterioridad que su propuesta de incluir a los niños en las deportaciones se debía a un deseo “humano” de no separar a las familias. Nada podía ser menos “humano” que las acciones que planeaban en aquellos momentos: arrebatar a los hijos del seño paterno en los centros de tránsito. La principal preocupación de las autoridades francesas consistió en llenar, sentados en un soleado despacho, el número de trenes que había establecido la Gestapo.

Cuando anunciaron que separarían a los hijos de sus progenitores, se formó un gran alboroto..”muchos de los niños se aferraron a sus madres. Aquellos fueron momentos muy difíciles: los pequeños agarrados a sus madres, sin dejar de gritar ni llorar, y los gendarmes abrumados…la policía hacía retroceder a las madres golpeándolas de manera brutal, pero los niños no soltaban sus ropas. Los gendarmes comenzaron a empaparnos con agua y a rasgar los vestidos de las mujeres. Todo el mundo chillaba y gritaba. De pronto cesó el estruendo y se hizo el más absoluto silencio. Frente a las mujeres y los niños habían colocado una ametralladora y nadie pasó por alto la amenaza….”ante nosotros se extendía toda una hilera de mujeres..aún puedo verlas delante de mí. Y los niños nos abrazábamos. Mi madre, que se encontraba en primera fila, nos hizo una señal con la mirada, y nosotros no apartábamos la vista de ella. Tuve la impresión de que sus ojos nos sonreían, como si quisiera decirnos que iba a volver.

Las condiciones de vida en el campo de realojamiento no tardaron en empeorar para los niños tras la marcha de sus padres. Pero no se trató sólo de que la desatención que sufrían los niños. Sino de las humillaciones que hubieron de sufrir en el periodo más vulnerable de su desarrollo. Michel Muller recuerda: “Yo tenía mucho pelo en aquella época, y mi madre estaba orgullosísima de mis rizos. Y cuando aquél gendarme fue a raparme, me sujetó entre sus piernas y dijo “ Hombre, vamos a jugar a El último mohicano, y me arrasó una línea en mitad de la cabeza, de modo que quedé con el pelo de ambos lados y una parte afeitada en medio. Sentí tanta vergüenza que acabé por robar una boina para taparme. La hermana de Michell, Annete, recuerda éste hecho: “Recuerdo que mi madre le encantaba peinar a mi hermano el cabello, un hermoso cabello rubio. Siempre le decía que era guapísimo. Y cuando le afeitaron aquella raya en el centro, adquirió un aspecto espantoso. Mi propio hermano me inspiró repugnancia.” Pasados unos días los gendarmes acabaron, por fin, su trabajo, y rasuraron también los lados laterales de su cabeza. En tanto que ellos se lo pasaron en grande a su costa, Michel hubo de soportar un trauma emocional que aún no se ha borrado de su memoria.

A mediados de Agosto de 1942, se había puesto en marcha los preparativos necesarios para que los franceses pudieran deportar a los niños y completar así la cifra prometida a los alemanes. De allí serían enviados a Auschwitz. Varias voluntarias se ofrecieron para cuidar de los niños. “intentamos hacer una relación completa de sus nombres, pero muchos ni siquiera sabían sus apellidos, por lo que se limitaban a decir cosas como “soy el hermano pequeño de Pierre”. Las voluntarias llegaron a la conclusión de que no podían hacer otra cosa que tratar de confortar a los pequeños que sabían falsas…”ya verás como vuelves a ver a tus papás”. Muchos decían “madame, adópteme, adópteme”. Daban muestras de un pesimismo extremo. 

Entre el 17 de agosto y el último día del mes salieron del campo de realojamientos en dirección a Auswitz, siete trenes cargados de criaturas a las que habían separado de sus padres en Beaune-la-Rolande y Pithiviers…”la mayor parte de ellos ni siquiera podían con su equipaje, y además, las maletitas estaban mezcladas, de modo que no sabíamos a quién pertenecía cada una. No querían bajar de las escaleras para subir al autobús, así que tuvimos que llevarlos.

De los muchos episodios terribles que pueblan la historia del exterminio de los judíos a manos de los nazis, pocos resultan tan conmovedores como el de los asesinatos de los niños enviados de Francia. Esto se debe en parte, al desgarrador hecho de que los separasen de sus padres, así como el de los padres que tuvieron que actuar en contra de sus instintos y abandonar a sus propios retoños para que pudiesen sobrevivir. El traume emocional que llevaba aparejada esta actitud debió de ser desolador.

Ni siquiera Hoss pasó por alto que las familias llegadas a Auschwitz querían permanecer unidas a toda costa. Y a pesar de que el proceso de selección separaba a los hombres de las mujeres, los nazis no tardaron en darse cuenta de que separar a las madres de sus vástagos iba, casi sin excepción, en contra de sus propios intereses. A esta misma conclusión llegaron las autoridades francesas. Tan perturbadora resultaba la imagen que ofrecían los pequeños tratando de valerse por sí mismo, privados del amparo materno, que después de que el 31 de agosto de 1942 saliera de Drancy el último convoy de los niños sin sus padres, se dio orden de no repetir jamás tal medida.

Existe otra razón por la que esta historia resulta tan difícil de digerir: la complicidad que mostró, en todo momento, el gobierno francés.

Todos y cada uno de los más de 4.000 niños deportados de Francia perecieron en Auschwitz.


Sólo en 1993, bajo el gobierno de Mitterrand, se hizo una proclamación que, de facto, identificaba al “gobierno del Estado francés” como responsable por las “persecuciones racista y antisemita”. Un memorial de bronce fue erigido, finalmente, en 1994, en el lugar de la redada. En 1995 se dio un nuevo cambio, cuando Chirac, en un discurso conmemorando las redadas del Velódromo de Invierno, afirmó que Francia tenía una deuda con los judíos deportados.
El debate público, sin embargo, cambió en los años 1970-1980. El ímpetu que motivó ese cambio llegó como resultado de películas y series (Shoah y Holocausto), y gracias a los esfuerzos incansables de personas como Serge Klarsfelda al “gobierno del Estado francés” como responsable por las “persecuciones racista y antisemita”. Un memorial de bronce fue erigido, finalmente, en 1994, en el lugar de la redada. En 1995 se dio un nuevo cambio, cuando Chirac, en un discurso conmemorando las redadas del Velódromo de Invierno, afirmó que Francia tenía una deuda con los judíos deportados.

FUENTES:

Lauren Rees "Auschwitz"
http://www.memoriales.net





"El Velódromo d'Hiver recibiría en el primer día doce mil personas. (...)
Ni siquiera camas de paja. Los internados están "instalados" en los bancos, o desparramados por el terreno. Por la noche, los niños durmen en el suelo, los adultos se sentaban en los bancos. No había orden de alimentar a los pobres hambrientos. Al tercer día, se distribuyeron 70 g de pan y tres tazones de caldo por día y por persona. No hay agua para beber o lavar. El W-C, de una docena que existian, 
fueron rápidamente tapados y solo se habilitó uno.(...). Esta forma de vivir desató una serie de desmayos, crisis de nervios, brotes de la enfermedad, diez intentos de suicidio. Había sólo tres médicos y un número insuficiente de enfermeras. Una niña de dieciséis años ha tenido un desmayo y permaneció así durante todo el día 
hasta que fue puesta en libertad (debido a su nacionalidad francesa). Una vez libre, Ella declaró: "Un verdadero matadero, los enfermos escupían sangre; (...) Los gritos de los niños eran ensordecedores. Uno símplemente se volvía loco. " (...)



Versión original en frances en : http://www.aidh.org/Racisme/shoah/rafle/horreur03.pdf













Crímenes de guerra franceses


Muchos fueron los crímenes de guerra de Francia, en especial los de la Francia Libre de Charles De Gaulle durante la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de estas tropelías, casi siempre se orientaron hacia prisioneros alemanes, cometidos después de la llamada la Liberación en 1944, sin embargo en mucho menor medida hubo otros abusos en la invasión alemana de 1940 y en la campaña norteafricana.
Ejecuciones en la invasión de 1940
Al producirse la invasión de Francia por parte del Tercer Reich en Mayo de 1940, dos grandes ejércitos se enfrentaron sobre el tablero. A lo largo de la campaña las acciones llevadas a cabo por ambos contendientes fueron puramente militares. A diferencia del Frente Oriental, las operaciones en el Frente Occidental durante la conquista alemana fueron muy amables con respecto a abusos. Existieron excepciones, como las matanzas de prisioneros británicos en Le Paradis y Wormhoudt. Pero Alemania no fue la única que cometió este tipo de crímenes, la propia Francia incumplió en ocasiones la Convención de Ginebra y destacó por las ejecuciones de prisioneros u otras personalidades.
El Ministro del Interior francés, Georges Mandel, acomplejado por el uso de paracaidistas por parte del enemigo en la invasión de Noruega y Dinamarca, temía que algo así pudiese suceder en Francia. Aunque era ilegal según las leyes internacionales, Mandel convenció al Presidente Paul Reynaud para que jurídicamente las supuestas tropas aerotransportadas en retaguardia fueran ejecutadas. Hasta aquí la ley de Ginebra estuvo en orden, sin embargo el problema radicaba en que se incluyó también los pilotos de aviones alemanes que saltasen en paracaidas tras ser derribados, considerándolos ilegalmente “paracaidistas aerotransportados”. Bajo esta norma bélica jurídicamente ilegal tanto en la Convención de Ginebra como en el Tribunal de la Haya, además de en el mismo código militar francés, fueron ejecutados 20 pilotos alemanes.
Los abusos de la administración francesa no sólo se llevaron a soldados alemanes que se rendían, pues el Ministro Mandel se encargó de contagiarlo a otras capas de la sociedad. La matanza de Abbeville fue el caso más destacado, en el cual soldados franceses ejecutaron a 21 personas, entre las que había algún francés que se negaba a apoyar la guerra o varios belgas del Partido Rexista de León Degrelle, aunque también estaban grandes personalidades como el diputado Jan Rijkoort y Joris Van Severen, inventor del Benelux (unión de Bélgica, Holanda y Luxemburgo). Otro ejemplo fue el asesinato durante el traslado de cárcel del Conde Thierry de Ludre, colaborador de la revista Je suis Partout, condenado por haberse opuesto a la política belicista gala.
Abusos en África
Túnez fue conquistada por los Aliados en Mayo de 1943 y administrada por la Francia Libre del general Charles de Gaulle, justo después de cesar al Gobierno de la Francia de Vichy presente en el Protectorado.
Cuando entraron los franceses libres en Túnez capital, la tragedia alcanzó altas proporciones de violencia. Aquellas tropas, influenciadas por sentimiento racista blanco de superioridad hacia los tunecinos a los que veían como colaboradores de Hitler, cometieron innumerables atropellos contra la población civil. Decenas de tunecinos fueron sacados de sus casas y arrastrados por las calles. Los soldados galos instigaron a la población francesa católica y judía a linchar a todo árabe que se pusiera de por medio. Los casos más graves de turbas violentas hacia los árabes se dieron en el barrio judío de la ciudad, donde centenares de hebreos se unieron encantados a los abusos de los soldados franceses.
Dentro del Afrika Korps de Erwin Rommel había existido una unidad militar francesa llamada Falange Africana. Lo más lógico es que todos sus miembros franceses hubieran sido tratados al igual que alemanes e italianos, sin embargo violando la Convención de Ginebra se los separó y se ejecutó a 15 de estos combatientes sin motivo en Túnez capital. Exactamente lo mismo sucedió con el KODAT, un cuerpo militar con voluntarios musulmanes del Eje en el que se fusiló a dos árabes inocentes.
Violaciones en Italia
Si en África el comportamiento de los soldados francesos había sido negativo, en la campaña de Italia sería más de lo mismo. De vez en cuando más de un francés se saltaba las normas y fusilaba a un prisionero o civil italiano. Por ejemplo en la localidad de Cociara se mató a varios prisioneros del Eje a los que se cortaron orejas y narices.

Sophia Loren, una de las mejores actrices italianas en un cártel de la película Dos Mujeres, film de 1960 que denunció las violaciones a chicas italianas perpetradas por las tropas coloniales de la Francia Libre.
De las diversas tropelías las más lamentables fueron las violaciones masivas de mujeres italianas durante la Batalla de Montecassino por parte de las tropas coloniales de Marruecos y Argelia, aunque también participaron franceses y el cien por cien de la culpa fue de estos, ya que les instigaron los mandos y en especial el general Alphonse Juin. Durante varios días a partir del 18 de Mayo de 1944 las tropas coloniales franco-magrebís violaron a cientos de mujeres entre los 8 y 80 años de edad y asesinaron a sus maridos. Todas las violaciones se llevaron a cabo en las ciudades de Ciociaria, Ausonia y Esperina.
Matanzas en la “Liberación” de 1944
Fue en la Liberación de Francia donde los franceses cometieron los mayores crímenes de guerra contra los soldados alemanes y tropas vichystas que se rendían. Las cuotas de ejecuciones superaron cualquier expectativa.
Una de las primeras acciones registradas ocurrió a 2 kilómetros de Foix el 20 de Agosto de 1944 cuando 57 soldados alemanes que se rindieron fueron fusilados masivamente por sus captores franceses. El 18 de Septiembre de ese año a otros 59 prisioneros de guerra alemanes se los fusiló en Chantillón. Otras matanzas se llevaron a cabo en Annecy o Evian, en esta última se remató a heridos alemanes en hospitales de campaña.
Provenza, la costa del Mar Mediterráeno, Tolouse, Niza y los Pirineos fueron el escenario más negro aquel verano de 1944, ya que a medida que avanzaban los ejércitos de Estados Unidos, las bolsas de prisioneros se iban quedando atrás y caían bajo administración de militares galos o de las Fuerzas Francesas del Interior (FFI). En esta región las masacres fueron tan sistemáticas y bárbaras que acabaron con la vida de 50.000 prisioneros de guerra alemanes y vichystas franceses.
También el maquis jugó un importante papel en las ejecuciones de alemanes, pues apróximadamente unos 10.000 prisioneros murieron en sus manos.
Ocupación de Alemania
Hubo un último crimen francés durante la ocupación de Alemania en 1945. Los soldados franceses del general de Latre de Tassigny asesinaron en Stuttgart a varios cientos de militares alemanes y muchas miles de mujeres alemanas fueron violadas. Como en Italia, las tropas coloniales de Marruecos y Argelia también se dedicaron al saqueo, a más violaciones y a pillajes en Baviera y Austria.
Ni siquiera se salvaron los 12 voluntarios de la 33ª División SS Francesa “Carlomagno”, que tras ser entregados por los soviéticos a la 2ª División Blindada Francesa Libre del general Philippe Leclerc, éste mandó ejecutarlos.
Terminada la guerra todavía puede citarse un crimen final ocurrido el 28 de Octubre de 1948 en la ciudad germana de Sillenbruch. Sucedió cuando un argelino borracho intentó violar a una mujer alemana, a lo cual su marido respondió para defenderla y mató al agresor con un botellazo. Soprendentemente al llegar los soldados franceses y ver al argelino muerto fusilaron a 6 alemanes escogidos al azar como represalia injustificada, entre ellos el marido de la pobre mujer.
Conclusión
El Eje nunca trató tan mal a los soldados franceses rendidos en 1940 como lo hizo Francia a sus vecinos alemanes e italianos prisioneros. Nunca hubo ningún prosceso a excepción de lo sucedido en la campaña italiana y durante la corta vida que gozó la Francia de Vichy de Philippe Pétain.
Georges Mandel no se escaparía a la justicia. Un total de 42 personas fueron ejecutadas durante la campaña de 1940 entre los muertos de Abbeville o los paracaidistas alemanes. Huído a Argelia, Mandel fue detenido por la policía de la Francia de Vichy y enviado a Alemania para ser juzgado por los crímenes de los paracaidistas asesinados. Sin embargo el Primer Ministro Pierre Laval de la Francia de Vichy, logró que se le liberase del campo de concentración de Oranienburg y que se le juzgase en suelo francés según sus leyes. Fue condenado a cadena perpetua, pero cuando los Aliados estaban a punto de conquistar la Francia de Vichy, el 7 de Julio de 1944 para que no fuera liberado, la Milicia Francesa lo ejecutó en la carretera de Fontainebleau.
Philippe Leclerc estuvo a punto de ser juzgado en 1948 por el asesinato de los 12 franceses voluntarios de la “Carlomagno”, pero su muerte en un accidente aéreo impidió el juicio.
Ante las protestas de la Cruz Roja y otras organizaciones por los crímenes cometidos en Italia, el Ejército Francés Libre tuvo que actuar y ejecutar a 15 magrebís; abriéndose expediente también y condenándose a penas de cárcel a 160 soldados, aunque la mayoría no las cumplió. Para retratar este trágico hecho en 1960 la actriz Sofia Loren protagonizó una película llamada Dos Mujeres para denunciar las violaciones francesas en Italia.

Bibliografía:
Joaquín Bochaca, Los Crímenes de los Buenos. “Mandel. Asesino de prisioneros”, Ediciones Siegheil (2009), p.271-273/-364-367