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jueves, 17 de septiembre de 2015

Las alas de la mentira

El ex jefe de la Fuerza Aérea, con prisión domiciliaria y procesado por el juez Rafecas, obligado a mentir.
Seguramente presionado por su ex subordinado Horacio Verbitsky, el brigadier Omar Graffigna, jefe la Fuerza Aérea entre 1979 y 1982 y miembro de la segunda Junta de Comandantes del llamado “Proceso de Reorganización Nacional”, incurrió en groseras falsedades para desvincular a Verbitsky de la condición de colaborador de la dictadura militar.
El 15 de agosto pasado, el diario paraestatal Buenos Aires Herald publicó una entrevista telefónica en la que Graffigna, bajo prisión domiciliaria y acusado de crímenes de lesa humanidad (7 casos de desapariciones y 9 de torturas) por el juez federal Daniel Rafecas, dijo que no conocía a Verbitsky, que éste no escribió ningún discurso suyo y que, mientras fue comandante, él mismo escribía sus discursos.
Al día siguiente, Verbitsky encabezó con esa “desmentida” una producción de 6 páginas en el diario paraestatal Página/12, intentando -de máxima- impedir la publicación del libro “Doble agente, la biografía inesperada de Horacio Verbitsky” y -de mínima- desacreditar de antemano su contenido.
Rafecas, el juez de cuyas decisiones depende la suerte de Graffigna -de 89 años- en el último tramo de su vida, compartió la semana pasada un panel con Verbitsky, en una tenida en la que el presidente del CELS buscó avanzar su plan de juzgamiento de los “cómplices civiles” de la dictadura, fue también quien desestimó, sin examinar siquiera las escuchas telefónicas adjuntas, la denuncia de Alberto Nisman contra la presidenta Cristina Fernández y el canciller Héctor Timerman. Decisión que fuera calurosamente elogiada por Verbitsky, quien antes había iniciado la tarea de demolición mediática del difunto fiscal.
Cabe acotar que en “Doble agente” no afirmamos que Verbitsky fuera colaborador directo de Graffigna (o siquiera que lo conocía), sino que firmó al menos dos contratos con el Instituto Argentino de Historia Aeronáutica Jorge Newbery, pagados con subsidios aprobados expresamente para Verbitsky por el Comando de la Fuerza Aérea. Cuatro Memorias originales del Instituto (1 en los archivos de la familia Güiraldes, 1 en la Biblioteca Nacional y 2 en la Biblioteca Nacional Aeronáutica (BINAE), atestiguan el primero de esos contratos, otras dos (1 en los archivos de los Güiraldes y 1 en la BINAE) atestiguan la existencia del segundo contrato. La primera de las 50 copias de esas Memorias fue enviada al Comandante en Jefe de la FAA. Esto es, a Graffigna. Además, en los archivos de la familia Güiraldes encontramos 34 páginas manuscritas de un texto incorporado a un discurso de Graffigna que dos peritajes caligráficos atribuyeron al “puño escritor” de Verbitsky.
Verbitsky realizaba esas tareas como auxiliar de Juan José Güiraldes, un comodoro retirado pero muy vinculado a la FAA y a los altos mandos militares, que escribió los discursos de cuatro sucesivos jefes de la FAA, incluido Graffigna.
La afirmación de Graffigna de que él escribía sus discursos está desmentida en los archivos de la familia Güiraldes, donde constan varias carpetas con los textos -algunos en versión manuscrita, otras mecanografiados- de los discursos que preparaba para Graffigna, en cuya carátula se indica, con rotulador “Disc.Graff”.
Güiraldes no solo escribía los discursos sino también los “reportajes” que publicaciones como Siete Días, Gente, Esquiú y el diario Clarín le “hacían” a Graffigna, como puede verse en las fotos adjuntas. El “Cadete” como era conocido por sus amigos y la oficialidad militar, recibía o sugería las preguntas y preparaba las respuestas. Las revistas enviaban luego sus “periodistas” a sacarse fotos con Graffigna en “modo entrevista” y publicaban íntegramente lo que ya había sido pergeñado por Güiraldes, posiblemente con el aporte de Verbitsky.
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Entre los discursos, recortes de notas y correspondencia de las carpetas encontramos también una carta de Güiraldes a Graffigna en la que le agradece “la prueba de máxima confianza (….) en la tarea de dar forma escrita al pensamiento del Comandante en Jefe de la FAA (……)”. En estilo formal, Güiraldes sigue: “No hace falta que le diga de mi total identificación y plena coincidencia con la conducción a su cargo, como oportunamente la tuve con la gestión del Brigadier Gral Agosti. Si no fuera así, mal podría haber entregado mi aporte en la redacción de discursos y otros documentos. En tareas de este tipo, Ud. bien lo sabe, si la identificación no es total, no puedan precisarse ideas coherentes y claras, al servicio de principios y definiciones que proporciona quien conduce a quien debe pensar y escribir para esa conducción”.
Otros aporte de Güiraldes a Graffigna fueron la preparación de los documentos “El pensamiento político de la Fuerza Aérea 1976-1980”, “El pensamiento económico de la Fuerza Aérea, 1976-1980” y la compilación de sus discursos para publicarlos como libro.

La afirmación de Graffigna de que escribía sus textos, en el fútil intento de desligar a Verbitsky y ganar la benevolencia judicial de Rafecas, queda desmentida por la amplia evidencia en contrario.
Las alas de la mentira no fueron muy lejos.
Lo siento, Horacio, deberás procurarte algún otro brigadier que te ayude.

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