Muchos se empeñan en igualar el fascismo con el comunismo en cuanto regímenes totalitarios, con lo cual cabe señalar sus diferencias.
El fascismo puso bajo su órbita a la propiedad privada, pero no la cuestiona. Su principio es hacer trabajar los recursos de la Nación en pos del engrandecimiento del Estado. Obreros y Patrones, calladitos y sin chistar. Esto tiene el efecto de detener las demandas de cambio surgidas desde las bases y cristalizar el sistema de producción capitalista protegiendo la propiedad de los patrones.
Esto se demuestra en que siempre que hubo el famoso "peligro rojo" surgieron los grupos fascistas para combatirlos. No pasó así con los “peligros liberales”… nunca…
Fue solo contra el movimiento obrero que surgieron acá la Liga Patriótica en la década del 10, Los faccios del combatimento en la Italia del 20 y los camisas pardas en la Alemania del 30.
Justamente, su concepto corporativo de la sociedad donde el Estado media entre obreros y patrones es distinto al de un Estado Socialista que abole a la clase de los patrones, repartiendo la riqueza entre toda la sociedad.
Los grupos fascistas son grupos hípernacionalistas. El punto es qué concepto de nación tienen. Generalmente su concepto de nación es "de mapa", como si la patria fuera una diosa sentada en un trono, remitente a un ideal épico, totalmente distinto al concepto de patria que tiene la izquierda, donde se iguala la patria al pueblo, y siempre se parte de la realidad objetiva para construir todo análisis. (Además de existir algunas vertientes de izquierda “internacionalistas” que consideran al Estado Nación como un invento de la clase burguesa, de la que sería símbolo).
El fascismo cree también en una supuesta “esencia” nacional, que diferencia a propios de extraños de manera “natural”. Esta esencia es “a-histórica”. Para ellos, inmutable, eterna. Ella conlleva a una noción cristalizada de la realidad. Esa concepción de creer en las esencias a-históricas, inmóviles, es contrapuesto al materialismo dialéctico de la filosofía de izquierda. Para el pensamiento de la izquierda la realidad cambia; esa es su “esencia”: el cambio. Y es esa la esencia de la historia: el cambio dialéctico. Todo lo que es la historia de la humanidad son para ella construcciones históricas, desde la cultura, la economía, la filosofía hasta la religión.
Volviendo al tema de las “esencias nacionales” propio del fascismo se llega a otro punto fundamental: La creencia básica en la DESIGUALDAD entre los seres humanos.
Esta creencia es otra diferencia básica entre el fascismo y no ya el comunismo, sino todo el pensamiento moderno, ya que la igualdad entre los hombres es un punto de partida indiscutible de la Modernidad.
Esta creencia en la desigualdad, a algunos lo hacen decir que el fascismo se enraiza en ideas pre-modernas. Pero en realidad, es un extremismo deforme de una vertiente que nace en el romanticismo, el que, dentro de la modernidad, fue una crítica a todo el racionalismo. Del romanticismo es que surgen los nacionalismos. Y el fascismo es un extremismo deforme y aberrante de los nacionalismos románticos, ya que su concepción militarista de lo social y el hombre chocan con la sensibilidad de estos.
Es en base a estas ideas sobre el hombre que surgió el nazismo y toda su teoría sobre la raza aria (convertida en esencia del pueblo alemán), la que sería superior a las otras “razas” y por ende, con derecho de dominar al resto.
Así, resumiendo estas diferencias se podría hacer una básica caracterización del comunismo en la que se señala como propias la abolición de la propiedad privada (distinta al acuerdo de clases que respeta la propiedad privada de los medios de producción), la percepción “histórica” y materialista de la realidad e historia (distinta a la creencia en esencias inmutables de los países y sociedades), y la creencia en la igualdad entre los hombres (opuesta a la creencia en la desigualdad entre estos).
Esto puede marcar las diferencias entre fascismo y comunismo.
Son grandes diferencias, no pequeñas.
En cuanto a lo que puntualmente muchos dicen de Stalin y Castro en cuanto a dictadores, hay que hacer las siguientes salvedades.
El Estado soviético de Stalin fue represor. Murieron millones de personas, quien puede dudar eso! Pero estaba a un abismo de distancia de las ideas de Marx, Engels, Rosa Luxemburgo, Lenin y Trotsky!
Es mas, muchos le endilgan a Stalin el haber constituído un Capitalismo de Estado obsesionado por industrializar la economía (lo cual no es malo) y no perder la carrera armamentista mas que un Estado verdaderamente Comunista, con lo cual el Estado mas que un medio se volvió un fin en sí mismo. Igualmente, es innegable que la masa del pueblo ruso en cuanto a lo económico, educativo y médico estaba muchísmo mejor en la URSS que en la “Madre Rusia” del Zar. La Rusia anterior a la revolución de 1917 era una monarquía elefantiásica, en la que las personas morían por millones cíclicamente a la par de las hambrunas y enfermedades curables. Lo que el comunismo hizo fue, paradójicamente, convetir a Rusia en una potencia mundial con un buen nivel de vida para su población. (cuando hablo de esto me refiero a las necesidades básicas satisfechas, no al ir a un shopping a comprar ropa de marca).
En cuanto a Fidel Castro… Ya esto es ridículo, pero da risa ver a quienes lo detractan desde América Latina. Las cosas son tan simples como esto: América Latina , excepto Cuba, es una de las regiones mas injustas del planeta, donde la concentración de la riqueza es mas obcena. En todos ellos hay villas miserias, marginalidad, mortalidad infantil, analfabetismo…
En Cuba, estas cosas del paisaje latinoamericano no se ven.
Nadie es rico. Pero tampoco nadie es pobre. Solo hay que mirar las encuestas de la ONU. No tienen acceso a cosas de “marca”. Pero el adular a las marcas es propio de la cultura capitalista.
Ejemplificando: no importa tener una chomba de marca “Polo”. Hace falta tener una chomba. En la Argentina, unos pocos tienen chombas “polo” y viven como en la Revista “Caras”. Y la mayoría ni siquiera tiene chombas. Y en Cuba, todos tiene chombas. Sin marca. O sea, el objeto valorado por su valor de uso. No entran así los fetiches marquetineros de status, esa aureola de poder que traen los productos en nuestras sociedades para simbolizar la desigualdad.
El capitalismo en el primer mundo, seduce. Esa es la gran pancarta que levantan sus defensores. El gran mito de que todo país “serio” (o sea respetuoso de las reglas de libre mercado) indefectiblemente llegará a esos niveles de acumulación.
Pero la realidad en nuestros países latinoamericanos (que son capitalistas) indica que solo trae miseria para las mayorías, y opulencia para las minorías.
Se le podrá criticar muchas cosas a Fidel Castro. Muchas.
Pero hay mucho mas que criticarles a los países latinoamericanos que tienen a sus mayorías de manera vergonzante. Países sin proyecto nacional, con unas oligarquías enquistadas en el poder sin mas ambición que venderle materias primas a los amos del norte, amoldándose complementariamente a ellos, embuídos en la mas vergonzante y prehistórica teoría económica de David Ricardo. Países sin ambición de soberanía, y por ende, sin proyecto verdadero de bienestar de sus poblaciones.
Solo interesa que “las cuentas cierren” para no entorpecer el engranaje financiero, pero jamás miran la deuda interna que tienen para con su propio pueblo.
O sea, y ya apuntando básicamente a Cuba.
La diferencia es abismal entre el proyecto nacional cubano y los proyectos dependientes de los demás países latinoamericanos.
Hay un punto que es fundamental. La cuestión del reparto de la riqueza.
Y por ende, que Estado gobierna nuestros países, y para qué sujeto social.
http://argentina.indymedia.org/news/2004/06/201537.php
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