Etiquetas

jueves, 3 de marzo de 2016

INDICE DE ABUELIDAD




"El índice de abuelidad" desarrollado por el Dr. Victor Penchaszadeh, clave para hallar a los nietos


El uso de la genética forense para la identificación y el reconocido índice de abuelidad son capaces de establecer datos de filiación entre personas con una probabilidad del 99,99 por ciento, como acredita el caso del nieto de Estela de Carlotto, recuperado ahora tras 36 años de búsqueda.

En un día histórico para Argentina, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, recuperó a su nieto expropiado por la última dictadura tras 36 años de búsqueda.“Él me buscó, vino a Abuelas, fue a la CONADI (Comisión Nacional para el Derecho a la Identidad), fue recibido y escuchado y hoy me dicen: ‘Es tu nieto en un 99,9 por ciento’”, anunció Estela de Carlotto en una conferencia de prensa desde la sede Abuelas de Plaza de Mayo.

Huellas digitales genéticas

¿Pero cómo se determina “a ciencia cierta” cuál es la relación de parentesco? El uso de la genética forense para la identificación y el reconocido índice de abuelidad son capaces de establecer datos de filiación entre personas con una probabilidad del 99,99 por ciento, como acredita el caso del nieto de Estela.

Victor Penchaszadeh, miembro argentino del grupo científico que creó el índice de abuelidad destacó, en diálogo con la Agencia CTyS, los aportes de las Abuelas en cuanto a los avances de la genética como disciplina, y el prestigio alcanzado por el Banco Nacional de Datos Genéticos.

“En el momento en que ocurre el terrorismo de Estado en Argentina la genética de identificación dependía de características que circulan en la sangre, como los grupos sanguíneos y los antígenos de histocompatibilidad. El hallazgo de Alec Jeffreys (genetista inglés) hacia fines de los 70 fue lo que se llamó huellas digitales genéticas. En ese momento aparece la posibilidad de hacer identificación humana analizando el ADN”, recordó el investigador y docente de la Universidad Nacional de La Matanza.

La utilización del ADN para casos de derechos humanos apareció con las atrocidades cometidas en Latinoamérica y en el mundo. Aparece la necesidad de identificar personas vivas que han sido víctimas de supresión de identidad. Este es un delito de lesa humanidad reconocido por la ONU, entre otros organismos.

Para Penchaszadeh “no existe manera de falsificar un dato de ADN” porque, según sostiene, “no hay ninguna prueba científica de ningún tipo que sirva a menos que sea reproducible. Eso es lo que se llama validez clínica de una prueba”.

Un dato que resulta curioso es que la gran mayoría de las personas adoptadas o expropiadas sienten, en algún momento de su vida, como ocurrió con el nieto de Carlotto, la necesidad de conocer sus orígenes genéticos.

“Es una realidad y tiene que ver con el valor que la gente da a su identidad y a sus orígenes. Eso no quiere decir que el único ni el más importante elemento de identidad personal sea el genoma. También está la historia, la cultura, la crianza, la religión, y otras circunstancias de vida”, opina Penchaszadeh.

Índice de abuelidad

En el año 1984, a pedido de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), la célebre genetista Mary Claire King y su grupo arribaron a la Argentina donde probaron por primera vez el índice de abuelidad en el Laboratorio de Inmunogenética del Hospital Durand.

Esta prueba permitió el reconocimiento de la niña Paula Logares, la primera nieta recuperada. El caso fue tan exitoso que en el año 1987 se creó por Ley de la Nación 23.511 el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), con el objeto de “obtener y almacenar información genética que facilite la determinación y esclarecimiento de conflictos relativos a la filiación”.

El BNDG, hoy funcionando bajo la órbita del MinCyT por Decreto 38/2013, recibe aproximadamente a unas 1.000 personas por año que dudan sobre su identidad genética. Cuenta, además, con 310 muestras de abuelas que buscan a sus nietos ocultados bajo la oscuridad de la última dictadura.

El caso Carlotto

Según informa la asociación Abuelas de la Plaza de Mayo, Laura Estela Carlotto, la madre del nieto ahora recuperado, nació el 21 de febrero de 1955 en la ciudad de La Plata. Militaba en la organización Montoneros. Sus compañeros la llamaban "Rita". Fue secuestrada el 26 de noviembre de 1977 en su domicilio de la Ciudad de Buenos Aires. Estaba en ese momento embarazada de dos meses y medio.

Walmir Oscar Montoya, su marido, nació el 14 de febrero de 1952 en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut. Su familia y amigos lo llamaban "Puño" o "Puñalito". Era integrante de la organización Montoneros y sus compañeros le decían "Petiso", "Chiquito" o "Capitán Jorge". Walmir Oscar fue secuestrado a fines de noviembre de 1977 y posiblemente haya permanecido detenido en el CCD "La Cacha".

En mayo de 2009, en el marco de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas llevada adelante por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), sus restos fueron identificados. El joven había sido inhumado como NN en el cementerio de Berazategui el 27 de diciembre de 1977.

Por testimonios, se supo que Laura permaneció detenida en el CCD en "La Cacha". El 26 de junio de 1978, dio a luz un niño al que llamó Guido en un Hospital Militar. Luego del parto, fue regresada al CCD "La Cacha" sin su bebé. El 25 de agosto de 1978, la joven fue asesinada y, en 1985, sus restos fueron exhumados en el cementerio de La Plata e identificados por el EAAF.

La identidad actual del nuevo nieto recuperado se mantiene en secreto por la Asociación.

(Fuente: tendencias21.net)
http://www.diariojornada.com.ar/103359/sociedad/El_indice_de_abuelidad_desarrollado_por_el_Dr_Victor_Penchaszadeh_clave_para_hallar_a_los_nietos_


Identificación genética e índice de abuelidad

Introducción

El conjunto de las características genéticas de cada ser humano es único para cada persona y, con excepción de los gemelos idénticos, no existen dos individuos con la misma constitución genética. El conocimiento de este fenómeno y los avances de la genética humana en los últimos decenios han sido la base del desarrollo de técnicas de identificación genética. Estas se han aplicado en medicina, para transfusiones sanguíneas, trasplante de órganos e identificación de restos humanos. Además, como las características genéticas son heredadas, han servido de base para probar relaciones de parentesco, como en el caso de determinar paternidad de un niño en casos de disputa legal.
Cuando la última dictadura militar argentina se dedicó a secuestrar y desaparecer a disidentes, las víctimas incluyeron niños cuyos padres fueron asesinados o que nacieron en cautiverio de mujeres que estaban embarazadas en el momento de su secuestro y desaparición, y que fueron asesinadas luego del parto. Estos niños fueron entregados por los militares como "botín de guerra" a individuos conectados de alguna manera con el poder: personal de seguridad, médicos militares, amigos de jueces venales, etc.
La organización Abuelas de Plaza de Mayo se dedicó a buscar el paradero de estos niños y a investigar las posibilidades de que los que fueran hallados pudieran ser adecuadamente identificados, estableciendo su relación con sus familias biológicas. En esta gesta las Abuelas solicitaron ayuda a varios genetistas de diversos países.
Entre los genetistas que colaboraron y desarrollaron la tecnología para identificar a esos niños desaparecidos se contaron el autor de este artículo; el Dr. Cristian Orrego, entonces con la American Association for the Advancement of Sciences, de Estados Unidos; la Dra. Marie-Claire King, de la Universidad de Berkeley; el Dr. Fred Alien, del New York Blood Center; el Dr. Pierre Darlu, de la Universidad de París; y la Dra. Ana María Di Lonardo, del Laboratorio de Inmunología del Hospital Durand de Buenos Aires. El resultado de este trabajo colaborativo fue la aplicación de las técnicas de identificación genética para estimar la probabilidad de que un niño determinado, cuyos padres se encuentran desaparecidos, sea nieto de un determinado set de abuelos.
Desde 1984 estas técnicas se han empleado en un número grande de casos por mandato judicial y han permitido la identificación de por lo menos 30 niños hijos de desaparecidos por la dictadura militar.
Algunos de estos casos resultaron en controversias de diverso tipo, por razones políticas, familiares, psicológicas y/o sociales. En estas controversias lo primero en cuestionarse ha sido la validez de las pruebas de identificación genética y la certeza de sus conclusiones. El seguimiento de estos temas en los medios de difusión evidenció una gran ignorancia y confusión pública sobre el significado e interpretación de estas pruebas. Uno de los objetivos de este trabajo es facilitar la comprensión, por parte del público no especializado, de un tema en sí muy complejo.
Lo que sigue a continuación está basado en la experiencia propia del autor y en las presentaciones de los Dres. Wilma Bias, José Antonio Ocariz, Daniel Corach y Marie-Claire King en el Panel de Genética del Seminario de Identificación, Localización y Restitución realizado en Buenos Aires del 18 al 20 de abril de 1992.

La genética en pocas palabras

El material hereditario está constituido por genes. Los genes son segmentos de la molécula hereditaria ácido desoxirribonucleico o ADN, que contiene la información necesaria para que las células del cuerpo fabriquen productos con función biológica, tales como enzimas, hormonas, grupos sanguíneos y otras proteínas.
El organismo humano cuenta con aproximadamente 50.000-100.000 genes, que en conjunto constituyen el genoma del individuo. Los genes existen de a pares llamados alelos. Cada par de genes alelos es responsable de la fabricación de un producto determinado: por ejemplo, insulina, hormona de crecimiento, grupo sanguíneo Rh, etc. De cada par de alelos, un ejemplar proviene del padre y el otro de la madre. En el ejemplo anterior, todo individuo tiene un par de genes alelos del grupo Rh: un alelo Rh materno y otro alelo Rh paterno.
Los genes están ubicados en estructuras llamadas cromosomas, que se encuentran, también en pares, en el núcleo de cada célula del cuerpo. El sitio en el cromosoma que le corresponde a cada gen se llama locus (del latín: lugar; plural: loci): así, existe un locus para el gen de la insulina, un locus para el gen del grupo Rh, etc. Una característica esencial del genoma es su variación. Es decir que los genes alelos que constituyen una pareja no siempre son idénticos entre sí. Un ejemplo de este fenómeno es el grupo sanguíneo AB0. Los grupos sanguíneos están determinados por sustancias adheridas a la superficie de los glóbulos rojos. Estas sustancias se llaman antígenos y son producidas por genes. Existe un locus génico en un par cromosómico con dos genes alelos que determinan el grupo sanguíneo AB0. Se conocen por lo menos tres variantes de genes alelos que pueden ocupar el locus AB0: el A, el B, y el 0. O sea que el par de alelos en el locus AB0 puede estar constituido por dos A (AA), dos B (BB), dos 0 (00), un A y un B (AB), un A y un 0 (A0), o un B y un 0 (B0). Cada una de esas combinaciones se llama genotipo. Este término se puede usar en forma particular, para describir la combinación de alelos en un locus, o en forma general, refiriéndose a las combinaciones de varios loci, o del total del genoma. Los genotipos AA y A0 determinan el grupo sanguíneo "A", los genotipos BB y B0 determinan el grupo "B", mientras que el genotipo 00 determina el grupo "0". Cuando los dos alelos son idénticos (p. ej. AA, BB, 00) se dice que el individuo es homocigota en ese locus; si los alelos son diferentes (p. ej. AB, A0, B0), se dice que el individuo es heterocigota en ese locus.
La transmisión hereditaria del material genético se hace a través de las células reproductivas: el espermatozoide en el varón y el óvulo en la mujer. A diferencia de las demás células del organismo, las células reproductivas poseen una sola copia de cada gen. Para cada par de alelos, el azar determina cuál de los dos va a cada óvulo o espermatozoide. Es decir que un progenitor transmite a su hijo un miembro de cada par de genes alelos de su genoma. En el ejemplo del grupo sanguíneo AB0, una persona con el genotipo AB puede transmitir el alelo A o el B; un individuo A0 puede transmitir el A o el 0, etc. Lógicamente, una persona homocigota (AA, BB, 00) sólo puede transmitir un sólo tipo de alelo. Una persona sólo puede transmitir a sus hijos los alelos de que dispone, y un hijo sólo puede heredar alelos que estén presentes en sus padres. Por ello, conociendo qué alelos de un locus determinado están presentes en los padres, se pueden predecir los alelos posibles en los hijos. Y viceversa, conociendo los alelos de un locus en una persona, se sabe que cada progenitor debe tener uno de ellos. La variación genética descripta para el locus ABO está presente en la mayoría de los miles de loci que componen el genoma. Algunos de los genes con mayor variedad son aquellos que determinan los antígenos de histocompatibilidad HLA. Estos antígenos son sustancias adheridas a la superficie de los glóbulos blancos que determinan la respuesta inmunológica a los trasplantes. Los antígenos HLA son producidos por células inmunes de acuerdo a información de varios genes HLA, denominados con letras: el A, el B, el C y el D son los que se analizan más comúnmente. Cada gen de HLA ocupa un locus específico y existen decenas de alelos diferentes para cada uno. Las combinaciones posibles de alelos de HLA en un individuo son tantas que es casi imposible que dos personas no emparentadas puedan tener la misma combinación. Por eso los antígenos HLA se usan tanto en identificación humana (Dupont, 1989). Con 50.000 a 100.000 genes que constituyen el genoma, y con la posibilidad de muchas variantes alternativas en la mayoría de ellos, las combinaciones posibles de alelos en cada célula reproductiva, y por ende en cada individuo, son prácticamente infinitas. De hecho, no existen dos personas con un set idéntico de todos los genes del genoma (excepto los mellizos idénticos).
Con el desarrollo de la genética se ha descubierto que no todo el ADN contiene información que se traduce en la fabricación de productos con función biológica. En efecto, existen segmentos de ADN entre y dentro de los genes que no codifican para ningún producto. Significativamente, son estos segmentos los que presentan la mayor variabilidad genética.
A esta altura, podemos preguntarnos: ¿cuál es la base molecular de la variación genética? El ADN es una cadena formada por cuatro bases: adenina (A), guanina (G), citosina (C) y timina (T). La identidad de la molécula de ADN está dada por la secuencia específica de estas cuatro bases a lo largo de la cadena. La variación genética está dada por cambios en la secuencia y/o número de bases: puede faltar una base, puede haber un cambio de una base por otra, puede haber una secuencia repetitiva de una base de mayor o menor longitud, etc. Cuando estos cambios ocurren en segmentos de ADN que codifican determinados productos, se observa un cambio correspondiente en el producto. Por ejemplo, los diferentes tipos de HLA obedecen a modificaciones en la secuencia de ADN en cada uno de los loci correspondientes. Ya hemos visto que la variación genética es la base de la identificación genética y del establecimiento de lazos de parentesco. Los rasgos genéticos que se prestan para este objetivo son aquellos que tienen un alto grado de variabilidad (número alto de alelos alternativos) y que son relativamente fáciles de detectar en la sangre. Por eso se llaman marcadores genéticos. Los marcadores genéticos se pueden analizar de dos maneras: se puede estudiar la variación en los productos (por ejemplo, determinando los grupos AB0, HLA, etc.), o en el propio ADN.

Análisis genético de productos

Los productos cuyas variaciones se estudian para análisis de filiación son numerosos y su utilización ha variado con el desarrollo de esta disciplina. Entre estos se cuentan: los grupos sanguíneos de los glóbulos rojos de los cuales hay varios (AB0, Rh, Kelly, Lewis, etc.), ciertas proteínas séricas, y los antígenos de histocompatibilidad HLA-A, HLA-B, HLA-C y HLA-DR. Estos últimos han reemplazado a todos los demás pues son los más variables: hay más de 20 alelos diferentes de HLA-A, más de 40 alelos de HLA-B, más de 40 alelos para HLA-DR, etc. (Dupont. 1989). La combinación de los alelos en los loci de HLA se denomina haplotipo: cada persona tiene dos haplotipos: uno heredado del padre y el otro heredado de la madre. Un ejemplo de haplotipo sería: A1-B18-DR4. La probabilidad de que dos individuos no emparentados compartan los mismos dos haplotipos de HLA es bajísima. La técnica tradicional de análisis de tipo de HLA se basa en la tipificación serológica. Algunos alelos de estos marcadores genéticos son más frecuentes en la población y otros son menos frecuentes; además, la frecuencia de los distintos alelos varía según los diversos grupos étnicos. Como veremos más adelante, el conocimiento de la frecuencia poblacional de los diferentes marcadores genéticos es fundamental en las pruebas de parentesco.

Análisis genético directo del ADN nuclear

Como se dijo arriba, el ADN es la molécula hereditaria que se transmite de padres a hijos, cuyas unidades de información, llamadas genes, codifican la producción de proteínas en las células. El 99% del ADN se encuentra en los cromosomas, en el núcleo de las células. Por eso se denomina ADN nuclear. Cada hijo recibe el 50% de su ADN nuclear de cada progenitor. Una pequeña fracción del ADN se encuentra en organelas del citoplasma de las células llamadas mitocondrias, y contiene genes que codifican enzimas relacionadas con la respiración celular: este es el ADN mitocondrial. Cuando se forman los espermatozoides en el varón, las mitocondrias desaparecen; es decir, no hay transmisión de mitocondrias del padre a los hijos. En cambio, las mitocondrias maternas sí permanecen en los óvulos y son transmitidas a los hijos de ambos sexos. Es decir que las mitocondrias de un individuo se heredan por vía materna: madre, abuela materna, bisabuela materna, etc.
La variación detectada en todos los productos génicos (los grupos sanguíneos, antígenos HLA, enzimas, etc.) se debe a variaciones en la secuencia de ADN en los genes que los codifican. Los avances en la tecnología del ADN en la década de 1970 allanaron el camino para la detección de la variación genética en secuencias específicas de ADN, y determinaron un cambio en la dirección del estudio de la variación genética, de los productos del ADN al ADN mismo.
Las investigaciones han demostrado gran variación entre individuos en la secuencia de bases del ADN, tanto en regiones (genes) que codifican proteínas como en regiones que no codifican productos (National Research Council, 1992). Un tipo de variación en el ADN se debe a cambios en una base (por ejemplo, en un sitio determinado, una adenina en lugar de una guanina). Se estima que dos individuos no emparentados tienen una diferencia en la secuencia de ADN cada 500 bases (el total de bases del genoma se estima en 3 mil millones). Otro tipo de variación se basa en que ciertas regiones del ADN, particularmente aquellas que no codifican productos, contienen secuencias de bases repetidas en tándem. Estos segmentos se llaman repeticiones numéricas variables en tándem (VNTR, por las iniciales en inglés). La unidad repetida puede ser de sólo dos bases (p. ej., timina-guanina, repetida numerosas veces) o tan grande como de 30 bases o más. La variación entre individuos radica en la longitud del segmento repetido: una persona en un sitio determinado puede tener un segmento repetido 3 veces, mientras que otra persona puede tener en ese mismo sitio una repetición de 20 veces. Dado que estas repeticiones ocurren generalmente en zonas que no codifican productos, la longitud de la repetición no tiene trascendencia alguna para la salud. Sin embargo, aportan un elemento muy valioso para la identificación genética, y ya se están usando en medicina forense, por ejemplo para asignar una muestra de sangre, semen, u otro tejido a un individuo determinado en situaciones criminales Además, dado que todas las variaciones en el ADN son hereditarias, también se utilizan para determinar relaciones de parentesco, como veremos pronto. Estas dos formas principales de variación del ADN (cambios de a una base y VNTRs) pueden detectarse analizando el ADN de cualquier célula de un individuo, mediante técnicas especiales. En primer lugar, se debe extraer el ADN de las células. El paso siguiente es someter el ADN a la acción de enzimas de restricción, que tienen la facultad de "cortar" la molécula en segmentos cortos. La longitud de estos segmentos varía en función de si hay o no cambios en la secuencia de bases (es decir, si hay o no variación genética). Luego se somete la muestra a electroforesis, con lo cual los segmentos de ADN se separan de acuerdo a su tamaño, apareciendo en forma de bandas ubicadas a distintas alturas en relación con su tamaño. Esta técnica se conoce con el nombre técnica de Southern, y cuando se la aplica para determinar genotipos de loci altamente variables se habla de tipeo de ADN por "huellas digitales de ADN" (fingerprinting) (Jeffreys et al., 1985). Esta denominación no es muy feliz, pues si bien no hay dos individuos con exactamente las mismas huellas digitales, la variación en estas tiene un origen predominantemente no genético, mientras que el ADN es obviamente genético y hereditario.
La tecnología de análisis de ADN para identificación humana y establecimiento de relaciones de parentesco entre individuos se está desarrollando a pasos acelerados. Hay muchas variaciones en las técnicas y cada laboratorio se especializa en un tipo de técnica. Algunos usan "sondas" de ADN para identificar segmentos de ADN ubicados en varios sitios del genoma, mientras que otros determinan la variación en unos pocos loci seleccionados. Estas técnicas recién ahora están comenzando a estandarizarse en los Estado Unidos por el Federal Bureau of Investigations (FBI) para su uso en medicina forense.

Análisis genético directo del ADN mitocondrial

Como se explicó arriba, las mitocondrias se heredan sólo por vía materna y contienen genes que codifican diversas enzimas respiratorias. A diferencia del ADN nuclear, que existe por duplicado (diploide) y que varía entre hermanos, el ADN mitocondrial existe en una sola copia (haploide) y cada individuo tiene exactamente el mismo patrón que sus hermanos, su madre, tíos maternos, abuela materna, primos por vía de las hermanas de la madre, y así de seguido. El ADN mitocondrial ha sido secuenciado en su totalidad (es decir que se conoce toda su secuencia de bases), y se ha evidenciado que existe una altísima variación entre individuos no emparentados. En particular, la región de control del ADN mitocondrial, que no codifica ningún producto, es altamente variable entre individuos. Las investigaciones de varios autores (Aquadro y Greenberg, 1983; Orrego y King, 1990; DiRienzo y Wilson, 1991) han demostrado que analizando una zona hipervariable de 347 bases de la región de control, la probabilidad de que dos individuos no emparentados puedan tener una secuencia idéntica por azar es de 1 en 370.
Esta probabilidad depende de dos factores principales. En primer lugar, qué región y longitud del ADN mitocondrial se analice. Obviamente, cuanto más variable sea la región analizada y cuantas más bases se secuencien, menor será la chance de que dos individuos no emparentados tengan idéntica secuencia (es decir, mayor será la probabilidad de que una secuencia idéntica indique parentesco por vía materna). El otro factor que influye en la probabilidad de que una secuencia idéntica indique parentesco materno directo, está relacionado con aspecto complejos de genética poblacional, cuya explicación en detalle no cabe aquí (tasa de endogamia en la población, grupos étnicos, etc.).

Uso de marcadores genéticos en pruebas de filiación

La identificación positiva de relaciones de parentesco en base al análisis de marcadores genéticos depende de cuántos y qué tipos de marcadores estudiemos de las personas investigadas, es decir, cuántos loci estudiemos en ellos. Como ya se explicó arriba, hay marcadores más discriminantes que otros. Hoy en día, los análisis directos del ADN, ya sea nuclear o mitocondrial, brindan mucha más seguridad a las conclusiones. Es claro que dos individuos que poseen un mismo patrón de alelos en un solo locus no necesariamente están emparentados. Sin embargo, cuanto mayor sea el número de loci analizados, mayor será la probabilidad de que dos personas que compartan los mismos marcadores de acuerdo con los patrones de herencia pertenezcan a la misma familia. Por otra parte, hay loci más aptos que otros para ser usados en identificación. La regla es que cuanto más variación exista en un locus, menor será la probabilidad de que dos individuos tengan un mismo alelo por azar, y entonces más apto será ese locus para revelar filiación. Además, en cada locus hay alelos más frecuentes y alelos menos frecuentes. Si dos individuos comparten un alelo que tiene una frecuencia muy baja en la población, es más probable que sean parientes que si comparten un alelo muy frecuente.
Las pruebas genéticas de parentesco se han utilizado desde hace muchos años en disputas legales de paternidad. Hasta hace poco era universal el uso exclusivo de los marcadores de antígenos HLA determinados serológicamente. En casos de duda, se agregaban marcadores de ADN nuclear. En Estados Unidos, hoy se tiende cada vez más a analizar directamente los marcadores de ADN nuclear, pues son más fáciles de determinar y dan una mayor certeza. La demora en incorporar estas pruebas se debe a la falta de experiencia de los tribunales en estos métodos y a problemas técnicos que se han ido superando. A continuación se explicarán los conceptos básicos del análisis de paternidad tradicional, pues son los mismos en los que se basan los estudios para identificar a los abuelos de los niños secuestrados en la Argentina. Los conceptos son los mismos ya sea que se trate de marcadores clásicos de productos (HLA) o marcadores de ADN nuclear. Al final haremos consideraciones con respecto al uso del ADN mitocondrial, que tiene características especiales.
En las disputas de paternidad la pregunta que se formula es: ante un niño de quien no se conoce el padre, ¿cuál es la probabilidad de que un individuo determinado sea el padre? Aquí el concepto clave es el de probabilidad, que estará siempre presente en todas las consideraciones que siguen. En teoría, nunca se puede probar con un 100% de certeza que un individuo es el padre de otro. Sin embargo, sí se puede llegar a establecer que la probabilidad de que lo sea es, por ejemplo, 99,99%. El primer paso es analizar marcadores genéticos en la madre, el niño y el supuesto padre. Si este individuo no es el verdadero padre, el niño poseerá marcadores genéticos paternos que no se encuentran en él. Si los marcadores del individuo incriminado no se encuentran en el niño, es prueba de que no es el padre. En la práctica, usando marcadores de HLA es posible excluir paternidad en la casi totalidad de casos en los que el padre supuesto no es el padre verdadero. Esto quiere decir que cuando no hay exclusión, la probabilidad de que el individuo incriminado sea el padre es altísima. En un ejemplo con marcadores de HLA, supongamos que el niño es A 1,18; B3,9 (es decir en el locus HLA-A tiene los alelos 1 y 18, y en el locus HLA-B tiene los alelos 3 y 9) y la madre es Al ,4; B3,12. En este caso el niño recibió de su madre al alelo Al y el B3, o sea que el padre debe necesariamente tener los alelos A 18 y B9. Si el individuo incriminado no posee ambos alelos no es el padre. La exclusión es siempre absoluta con una certeza del 100%, y basta para probarla que haya discordancia en un solo locus, aun cuando haya concordancia en los demás. Ahora supongamos en ese caso que el padre supuesto tiene marcadores HLA A4,18; B 7.9. En este caso no hay exclusión, y este individuo podría ser el padre verdadero pues posee los alelos A 18 y B9, pero esto también podría ocurrir por coincidencia. La probabilidad de que este individuo sea efectivamente el padre se denomina probabilidad de inclusión de paternidad o índice de paternidad. La probabilidad de inclusión se determina por cálculos matemáticos complejos que generalmente requieren la ayuda de programas de computación, y que tienen en cuenta el número y tipo de marcadores analizados, su variabilidad, y la frecuencia de sus diferentes alelos en la población. Este último dato es crucial para saber cuál es la probabilidad de que una concordancia dada pueda ser producto del azar.
En principio, la probabilidad de inclusión nunca llega a 100%, pues la chance del azar nunca se puede excluir absolutamente. En casos de no-exclusión, sin embargo, se usa un gran número de marcadores para disminuir al mínimo la probabilidad de coincidencias al azar. Es decir, la concordancia para decenas de marcadores "vale" más que la concordancia para uno solo. Además, hay marcadores que "valen" más que otros: cuanto más variable sea un marcador en la población, más valioso será para discriminar entre coincidencia y prueba. Además, como se describió arriba, cuando la concordancia es de un alelo muy raro en la población, la probabilidad de parentesco es mayor que si el alelo es muy frecuente. Para los marcadores tradicionales, los tribunales suelen requerir probabilidades de inclusión por encima del 95% para determinar paternidad. Hay que recordar que además de las pruebas genéticas, existen evidencias circunstanciales que también son tomadas en cuenta por los jueces. Con el advenimiento de los marcadores de ADN, la certeza que adquieren estas pruebas es mucho mayor, y cuando no hay exclusión la probabilidad de inclusión de paternidad no baja del 99%.
Ahora bien, ¿cómo utilizar estas pruebas para probar relaciones de parentesco cuando los padres están desaparecidos, como es el caso de los nietos de las Abuelas de Plaza de Mayo? Obviamente, todas las características genéticas de los niños en cuestión provienen de sus padres, y los genes de estos, a su vez, provienen de los abuelos. Por lo tanto, se pueden probar estas relaciones familiares analizando a los abuelos supuestos de los niños localizados. La suposición de que determinados individuos pueden ser los abuelos de niños de padres desaparecidos, surge de evidencias circunstanciales. Este es el tipo de evidencias en que la Abuelas se han hecho expertas por necesidad: denuncias anónimas, parecidos físicos, coincidencias de fechas y lugar, adopciones dudosas, etc. En caso de que los padres supuestos estén desaparecidos es necesario hacer una modificación de las formulaciones matemáticas de la probabilidad de inclusión de paternidad para tener en cuenta esa situación. En estos casos, no se habla de probabilidad de inclusión de paternidad, sino de probabilidad de inclusión de abuelidad, o índice de abuelidad, es decir la probabilidad, expresada en porcentaje, de que un set de abuelos supuestos sean efectivamente los abuelos reales de un niño determinado. Los principios son exactamente los mismos que en las pruebas de paternidad. Lo que varía es que los genotipos de los desaparecidos que podrían ser los padres del niño deben inferirse del estudio de los genotipos de sus padres, es decir de los abuelos supuestos del niño. Acá aparecen más incertidumbres, pues no se tiene la certeza de los genotipos de los padres, sino una inferencia. Las mejores situaciones son cuando los cuatro supuestos abuelos están disponibles para estudio, y hay además parientes colaterales como hermanos de los padres supuestos desaparecidos y sus descendientes (posibles tíos y primos del niño). En estos casos se pueden deducir los genotipos de los padres supuestos con casi la misma certeza que si se los analizara directamente. Sin embargo, en varios casos reales de niños localizados, la familia biológica supuesta dista mucho de estar completa, por desaparición de hermanos de los supuestos padres o por fallecimiento de abuelos. Como siempre, el primer paso en cada caso es intentar la exclusión de abuelidad de aquellos abuelos supuestos, cuya posibilidad de ser los abuelos del niño ha surgido de evidencias circunstanciales. Si se excluye la relación de parentesco directa, se debe calcular la probabilidad de inclusión.
Cada caso que se estudia representa un desafío a las técnicas de identificación genética y al poder de la metodología estadística que establece la probabilidad de inclusión de abuelidad. El primer caso de identificación positiva de un niño localizado fue el de Paula Logares, efectuado en 1984 gracias al estudio de antígenos de HLA con una probabilidad de inclusión de 99,8% (DiLonardo AM y col., 1984). Posteriormente, se efectuaron decenas de pruebas en otros tantos niños sospechados de ser hijos de desaparecidos y sus abuelos supuestos. En muchos casos, la supuesta "abuelidad" fue excluida, lo que sin embargo mantiene la posibilidad de que el niño en cuestión sea hijo de otros padres desaparecidos. En varios casos, la supuesta abuelidad no fue excluida y se obtuvieron altas probabilidades de inclusión, con posterior restitución de los niños a sus familias biológicas. Un ejemplo de exclusión inicial de parentesco e inclusión posterior en otra familia es el caso de los mellizos Reggiardo-Tolosa, que inicialmente se pensó que pudieran ser los hijos del matrimonio Rosetti-Ross. En este tema la posibilidad de error está presente en cada paso. Desde la selección de los familiares a estudiar, la confusión de muestras, la selección de los marcadores a analizar, el desconocimiento de la frecuencia de los marcadores utilizados en la población de nuestro país, etc. Factores adicionales que pueden confundir incluyen la falta de evidencias circunstanciales, los errores de laboratorio, la falta de informatividad de las pruebas, la inexistencia de los cuatro abuelos y la necesidad de recurrir a parientes colaterales, con la consiguiente "rebaja" del poder de discriminación de los análisis, y muchos más. Finalmente, hay que recordar que la probabilidad de inclusión es siempre una probabilidad, y nunca llega al 100%. El azar puede intervenir y llevar a una conclusión equivocada. El caso trágico de la niña Juliana, adoptada por la familia Treviño durante la dictadura militar, y que bien podría ser hija de desaparecidos, sirve para recordarnos la posibilidad de conclusiones erróneas. Juliana fue identificada erróneamente como hija de la pareja Sandoval-Fontana, pues la probabilidad de inclusión con marcadores de HLA fue muy alta (99.8%). Es posible que si se hubieran estudiado otros familiares colaterales en su momento se hubiera excluido esa posibilidad desde el principio. La exclusión luego se hizo por análisis de ADN. Recientemente se ha usado el análisis del ADN mitocondrial para el estudio de varios casos (King, 1991). Un caso notorio fue el de un niño que por evidencias circunstanciales se pensó que podría estar relacionado con las familias López Guerra, Belaustegui Herrera y Weisberg, varios de cuyos integrantes fueron desaparecidos por la dictadura, incluyendo dos parejas que estaban embarazadas. El ADN mitocondrial en esta familia sirvió para excluir parentesco pues se encontraron varias diferencias en la secuencia del niño con respecto a los supuestos familiares de la rama materna de las parejas desaparecidas.

Conclusión

Los análisis genéticos para determinar identidad y relaciones de parentesco tienen un gran poder de resolución y bien usados pueden jugar un papel trascendente en la reparación de las injusticias y violaciones a los derechos humanos que se cometieron durante la pasada dictadura militar. Efectivamente, al identificar a niños secuestrados y relacionarlos positiva mente con sus familias biológicas, se efectiviza uno de los derechos fundamentales del niño que es el derecho a su identidad, a su historia y a su familia.
La responsabilidad de la sociedad y los medios de comunicación masiva es que no se usen pretextos como el de que las pruebas "no sirven", para impedir la acción de la Justicia. Estas pruebas han demostrado su valor y poder en muchas partes del mundo, donde son reconocidas ampliamente por la Justicia. Por supuesto que dada la enorme trascendencia que estos análisis tienen para la vida de los protagonistas (los niños y sus familiares), es imprescindible que sean realizados con la máxima idoneidad y calidad, y que sean interpretados con suma cautela y sin presiones de ninguna naturaleza.

Bibliografía

Aquadro Cf., Greenberg BD (1983). Human mitochondrial DNA variationand evolution analysis of nucleotide sequences from seven individuals. Genetics 103:287-3/2.
DiLonardo AM, Darlu P., Baur M., Orrego C., King MC (1984). Humangenetics and human rights: identifying the families of kidnapped children. Am JForen Med Pathol 5:339-347.
DiRienzo A, Wiisnn AC (1991). Branching pattern in the evolutionary tree forhuman mitochondrial DNA. Proc Natl Acad Sci USA.
Dupont B (1989). Inmunobiology of HLA. Springer Verlag, New York.
Jeffreys AJ, Wiison V, Thein SL (1985). Individual-specific "fingerprínts" ofhuman DNA. Nature 316:76-79.Kíng MC (1991). An application of DNA sequencing to a human rightsproblem. Molecular Genetic Medicine 1:117-131.
National Research Council (1992). DNA Technology in Forensic Science.National Academic Press, Washington.
Penchaszadeh VB (1992). Abduction of children of political dissidents inArgentina and the role of human genetics in their restitution. J Public Health Policy13: 291-305.
Orrego C, King MC (1990). Determination of familial relationships: En"PCR Protocols: A Guide to Methods and Applications" (Innis M, Gelgand D,Sninsky J, White T, editores), pp. 416-426. Academic Press, San Diego.

Extraído del libro Filiación, identidad, restitución, 15 años de lucha de Abuelas de Plaza de Mayo.
En http://www.conadi.jus.gov.ar , Biblioteca digital

http://repositoriorecursos-download.educ.ar/dinamico/UnidadHtml__get__92b51d8c-7a0b-11e1-827b-ed15e3c494af/index.html


Abuelas: la lista completa de los 114 nietos recuperados

6 AGO2014

Las Abuelas de Plaza de Mayo recuperaron este martes a Guido Carlotto, el nieto 114 al que han logrado restituir su identidad desde que iniciaron su lucha en 1977, en plena dictadura cívico militar. Tres de estas "restituciones" corresponden a jóvenes que fueron asesinadas embarazadas. Este tipo de confirmaciones, que se conocieron el pasado 30 de abril, significan para las Abuelas la tristeza de conocer "el final atroz" de las jóvenes que fueron asesinadas antes de dar a luz, pero por otro lado la tranquilidad de que pudieron "conocer la verdad sobre lo ocurrido". 

Mónica Edith De Olaso, Alicia Beatriz Tierra y Laura Gladys Romero, asesinadas por el terrorismo de Estado, fueron identificadas a través de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas del Equipo Argentino de Antropología Forense. Para ellas, "la noticia confirma, una vez más, la virulencia con que los represores se ensañaron con nuestros hijos. Los secuestraron, torturaron, a algunas mujeres las dejaron con vida hasta el momento de dar a luz, para luego robarles sus bebés; a otras las acribillaron aun con su hijo en el vientre". 

"Hoy sabemos cuál fue el destino final de Mónica, Alicia y Laura, y con dolor cerramos la búsqueda de tres nietos, no porque hayamos restituido su identidad, sino porque sus madres fueron asesinadas embarazadas. Con esta información el número de casos resueltos por la institución asciende a 113", señalaron el día en que anunciaron la noticia. Este martes esa cifra sumó a Guido, el nieto recuperado 114. 

El proceso de Memoria, Verdad y Justicia iniciado en 2003 por el entonces presidente Néstor Kirchner les permitió a las Abuelas y a sus nietos ver cómo la justicia argentina, en junio de 2012, reconocía la existencia de un Plan Sistemático de Robo de Bebés a mujeres secuestradas durante la última dictadura, y condenaba a 50 años de reclusión, la máxima sanción prevista en la legislación nacional, al ex dictador Jorge Rafael Videla, y aplicar severas penas de hasta 40 años a otros represores. 

Pero la búsqueda sin retorno comenzó en 1977 y luego de dos años dio sus frutos. 

La recuperación de identidad de los hijos de sus hijos, arrebatados de las manos de sus padres por la dictadura militar se inició en 1979, con la localización en Chile y la restitución de los hermanos Anatole Boris y Victoria Eva Julien Grisonas. 

Desde allí fueron recuperadas las hermanas Tatiana Mabel Ruarte Britos y Laura Malena Jotar Britos; Juan Pablo Moyano; Tamara Ana María Arze; Martín Baamonde; los hermanos Humberto Ernesto Colautti Fransicetti y Elena Noemí Ferri Fransicetti;Sebastián Rosenfeld Marcuzzo; Eduardo Garbarino y Ana Laura Hisi. 

También recuperaron su identidad Astrid Patiño Carabelli; Federico Luis Spoturno; Andrés La Blunda Fontana; Amaral García Hernández; Diego Mendizabal Zermoglio; Paula Eva Logares; Sebastián Ariel Juárez; los hermanos Felipe Martín y María Eugenia Gatica Caracoche; Carla Graciela López Rutila Artes; Jorgelina Paula Molina Planas y María Fernanda Alvarez. 

Las hermanas Marina Leonor y Liliana Bau Delgado; los hermanos Paula Eliana y Esteban Javier Badell Acosta; Ramón Angel Pintos, Laura Ernestina Scaccheri; Marcos Lino Moscato; Paula Orlando Cancela; Elena Gallinari Abinet; Gabriela Alejandra Gallardo; María José Lavalle Lemos; Hugo Ducca; María Victoria Moyano Artigas y Ximena Vicario, también fueron restituidos. 

También recuperaron su historia los mellizos Gonzalo Javier y Matías Angel Reggiardo Tolosa; Marcelo Mariano Ruiz Dameri; Emiliano Carlos Castro Tortrino; Mariana Zaffaroni Islas; José Sabino Abdala Falabella; los hermanos María Alejandra, Stella Maris y Raúl Roberto Fuente Alcober; Carlos D`Elía Casco; Laura Fernanda Acosta y Manuel Goncalves Granada. 

Javier Gonzalo Penino Viñas; Paula Cortassa; Andrea Viviana Hernández Hobbas; Carmen Gallo Sanz; María de las Victorias Ruiz Dameri; Claudia Victoria Poblete Hlaczik; Hilda Victoria Montenegro; María Macarena Gelman García; Guillermo Rodolfo F. Pérez Roisinblit; Martín Castro Rocchi y Gabriel Matías Cevasco, recuperaron su identidad. 

Se suman también Simón Antonio Gatti Méndez; María Eugenia Sampallo Barragán; Susana Coloma Larrubia; Horacio Pietragalla; Gustavo Godoy Ferreyra; Juan Cabandié Alfonsín; Victoria Donda Pérez; Pedro Luis Nadal García; Leonardo Fossati Ortega; Sebastián José Casado Tasca; (Natalia) Suárez Nelson; Alejandro Pedro Sandoval Fontana y Marcos Suárez Vedoya. 

También fueron recuperados (Pablo Hernán) Casariego Tato; Celina Rebeca Manrique Terrera; Belén Altamiranda Taranto; (Evelin) Bauer Pegoraro; Laura (Carla) Ruiz Dameri; (Milagros) Castelli Trotta: Jorge Guillermo Goya Martínez Aranda; (Alejandra) Cugura Casado; Laura De Sanctis Ovando; Federico Cagnola Pereyra y Sabrina Valenzuela Negro. 

Recuperaron su historias: (Bárbara) García Recchia; (Martín) Amarilla Molfino; Matías Nicolás Espinosa Valenzuela; Francisco Madariaga Quintela y el hijo de María Graciela Tauro y Jorge Daniel Rochistein. 

Durante 2011 recuperó su identidad María Pía, hija de Cecilia Beatriz Barral y Ricardo Horacio Klotzman; y Laura Reinhold Siver. 

El caso 104 es igual que los últimos conocidos, ya que fue la confirmación del asesinato deLiliana Ross cuando estaba embarazada de cinco meses y medio. 

En 2012 recuperaron su identidad Pablo Javier Gaona Miranda; la hija de María de las Mercedes Moreno y Carlos Héctor Oviedo; y finalmente el 108 un caso similar al 104: el hijo de Mirtha Noelia Coutoune, secuestrada en 1976 embarazada, quien no llegó a dar a luz. 

El 7 de agosto de 2013 recuperó su historia Pablo Germán Athanasiu Laschan, apropiado a los cinco meses de edad cuando sus padres fueron secuestrados en 1976, que se convirtió en el nieto recuperado 109. 

El 6 de febrero de 2014 recuperó su identidad la hija de Oscar Rómulo Gutiérrez y deLiliana Isabel Acuña, secuestrados el 26 de agosto de 1976, cuando su madre estaba embarazada de cinco meses. 

Las últimas restituciones anteriores a las de Guido se anunciaron el 30 de abril, pero fueron sobre tres mujeres que estaban embarazadas al momento de ser asesinadas: Mónica Edith De Olaso, Alicia Beatriz Tierra, y de Laura Gladys Romero.

http://noticias.terra.com.ar/sociedad/abuelas-la-lista-completa-de-los-114-nietos-recuperados,48e085290daa7410VgnVCM10000098cceb0aRCRD.html

Abuelas de Plaza de Mayo logró la recuperación de 114 nietos

No hay comentarios:

Publicar un comentario