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viernes, 4 de septiembre de 2015

Un resabio de las simpatías germanófilas de Perón

En 1945, la normalización de las relaciones con Estados Unidos exigía que el gobierno argentino cumpliera con las resoluciones de la Conferencia de Chapultepec. Según el embajador Braden, esto implicaba que todas las empresas alemanas y japonesas fueran colocadas bajo severo control hasta que la propiedad pudiera ser transferida a manos argentinas y todos los miembros del Eje fueran eliminados de las mismas. Asimismo debían incluirse estos individuos en la Lista Pública y completar la investigación y el censo “Refugio”. Lo que estaba en juego eran entre 300 y 400 empresas de distintas dimensiones. Los ingleses calcularon en 1945 que los bienes de capital alemanes susceptibles de ser confiscados rondaban los 100 millones de dólares. (1) 
    Luego de la declaración de guerra argentina a Japón y Alemania, el 27 de marzo de 1945, un decreto del presidente Farrell de la misma fecha retiró la personería jurídica a las empresas alemanas y japonesas domiciliadas en la Argentina, embargó sus títulos de propiedad, bienes y valores y las puso bajo control de un consejo administrativo -establecido ya en 1944 en el ámbito de la Secretaría de Industria y Comercio. Poco más tarde, el gobierno congeló los valores de los funcionarios de las empresas afectadas por la medida anterior y confiscó la propiedad argentina que perteneciera a los estados alemán y japonés. En mayo de 1945, una Junta de Vigilancia y Disposición Final de la Propiedad Enemiga autónoma sustituyó al consejo administrativo, y finalmente en agosto la responsabilidad fue trasladada al Ministerio de Relaciones Exteriores. Seis compañías de seguros y los dos bancos alemanes fueron liquidados rápidamente, pero en el resto de los casos la tarea resultó complicada y lenta. Hacia principios de 1946, se habían liquidado 2 firmas del Eje, tomado posesión de 76, e “intervenido” 73. Continuaban bajo investigación 229 firmas y se tenían bajo control las cuentas y valores de 802 personas. (2)
    Los diplomáticos norteamericanos expresaron su disconformidad con el curso de las investigaciones. La lentitud con que se procedía permitía a muchas firmas su vaciamiento antes de la liquidación por el gobierno argentino. Asimismo los norteamericanos se quejaron de que las empresas pertenecientes a alemanes prominentes como Ludwig Freude, Richard Staudt, Fritz Mandl, Thilo Martens y Karl Schmits parecían intocables. El presidente Perón y su ministro Miguel Miranda dieron su aprobación para la liquidación de las firmas, pero insistieron en que era inaceptable la desaparición de empresas que no pudieran ser reemplazadas; en cuyo caso debía llegarse a un acuerdo para “argentinizarlas”. No obstante, las exigencias fueron disminuyendo poco a poco. En julio de 1946, la Lista Pública fue levantada, la investigación del Regugio fue cerrada sin novedades importantes, y la nacionalización de ciertas firmas alemanas que el Congreso debía decidir en septiembre fue postergada. Perón llegó a un acuerdo de cuatro puntos con el embajador Messersmith, por el cual el gobierno argentino cumpliría con sus compromisos de las conferencias de Chapultepec y San Francisco. El embajador consideraba que dos de dichos puntos ya habían sido cumplidos. En noviembre de 1946, la comisión comunicó que hasta ese momento habían sido liquidadas 2 compañías, tomado 70 e “intervenido” 71. Se consideraba liquidar 16 más, argentinizar 7 y convertir 5 en empresas mixtas público privadas. Las investigaciones continuaban sobre otras 195. En enero de 1947 se informó que el gobierno adquiriría 60 de las compañías por un valor de 100 millones de pesos. Sin embargo, algunas de las complicaciones legales derivadas de estos traspasos todavía no se habían resuelto en la década del sesenta. (3) 
    La deportación de los agentes nazis exigidos al gobierno argentino por el gobierno norteamericano fue igualmente problemática y puso de manifiesto la misma renuencia de las autoridades argentinas a llevarla a cabo que en el caso de la propiedad enemiga. Hacia junio de 1946 habían sido expulsadas 38 personas y los posibles deportados habían disminuido de 900 a 227. El embajador Messersmith señaló a Perón que cualquier gesto que indicara que la política filogermana estaba siendo dejada de lado por el gobierno argentino tendría un efecto muy positivo sobre la opinión pública norteamericana. El 21 de diciembre, 13 supuestos agentes -considerados menores por las autoridades de control aliadas- fueron deportados a bordo del transporte naval Pampa. En mayo  de 1947, entre 8 latinoamericanos deportados a Alemania se hallaban Hans Harnisch y Wolf Franczok, dos de los agentes nazis más conspicuos que trabajaron en la Argentina. Esta fue la última expulsión de importancia y precedió al anuncio del presidente Truman de que las relaciones con la Argentina se habían normalizado. Por cierto, los funcionarios aliados de la Alemania ocupada estuvieron muy poco conformes con la actitud argentina de enviar “llenadores de cuota”, cuya participación en las actividades de espionaje habían sido casi nulas. (4)
    La suerte de los espías nazis que actuaron en la Argentina fue diversa. Wolf Franczok se dio cuenta pronto que él y sus camaradas fueron sacrificados ante las maquinaciones de Perón. Detenido en Alemania, describió con detalles sus casi dos años de cárcel en la Argentina. Señaló también como Werner Könnecke, luego de pactar con Coordinación Federal, había tratado de convencer a sus ex cómplices de hacer de Hans Harnisch el chivo emisario del caso Hellmuth y de borrar de sus confesiones todo rastro de las relaciones entre la red Bolívar y Perón, Brinckmann, González y Aumann, además del paraguayo Stagni y el boliviano Paz Estenssoro. Como contrapartida a su cooperación se le prometió a los prisioneros que los intereses alemanes en la Argentina serían respetados, que los detenidos serían bien tratados y que los inocentes serían rápidamente liberados, promesas que sólo fueron cumplidas en algunos casos. (5) 
    Si bien los tribunales resolvieron, a comienzos de 1946, que el presidente tenía facultades en virtud de la ley de Residencia para expulsar del país a los extranjeros indeseables, en mayo la Corte Suprema sostuvo dicho dictamen, pero afirmó que a las personas afectadas les asistía el derecho de conocer el motivo de la acusación en su contra. De esta manera, entre mayo y agosto de 1946, la mayor parte de los integrantes de la red Bolívar fueron liberados con solicitudes de hábeas corpus, manteniéndose en libertad hasta que el presidente Perón expidió el decreto Nº 18.480/946 del 15 de noviembre, ordenando nuevamente la detención y deportación de ellos. La presión desapareció luego por unos meses hasta que sobrevino la solución final acordada por Perón y Messersmith, que dispuso la deportación de algunos más. En estas circunstancias y cansado de escapar, Franczok se entregó.  Con todo hubo algunos que parecieron gozar de inmunidad ante la deportación. Estos fueron los casos de Seidlitz, Mandl, un misterioso experto bancario llamado Heinrich Dörge, Thilo Martens, Staudt, Freude y Becker. Los tres últimos eran buscados especialmente por los norteamericanos. (6)
    Cuando el gobierno argentino intervino las compañías de Staudt, el magnate afirmó que sus capitales eran exclusivamente argentinos, y su influencia, sobre todo en el Ministerio de Relaciones Exteriores, le permitió retirar la mayor parte de sus inversiones. Además mantuvo su inmunidad a pesar de las exigencias norteamericanas de que fuera deportado, siendo probable que, al igual que Mandl, hubiera colaborado con un millón de pesos para la campaña electoral de Perón. El caso de Ludwig Freude fue similar. Existían sospechas de que fuera un testaferro de inversores alemanes, dada la rapidez con que había logrado el control de la Compañía General de Construcciones; había sido visitante asiduo de la embajada alemana y había recibido los fondos de ésta antes que sus funcionarios fueran repatriados en 1944; y era ciudadano alemán, con pasaporte alemán recibido en noviembre de 1937. Sin embargo, luego del caso Hellmuth, Freude había logrado gran influencia sobre Perón, quien lo visitaba en su casa de Belgrano. La Junta de Vigilancia no logró hallar evidencia de la procedencia alemana del capital de Freude, ni de dinero recibido de la embajada aparte del destinado a obras de caridad. Por otra parte, Perón dispuso que una antigua solicitud de naturalización de Freude -que databa de 1935- fuera encontrada en una pequeña ciudad de Mendoza y aceptada como válida por la justicia de esa provincia (Freude había olvidado completar las formalidades y prestar el juramento de práctica). Ante un pedido de Braden, en septiembre de 1945, de que se emprendiera alguna acción contra Freude, el ministro de Relaciones Exteriores Cooke respondió que aquél estaba muy bien conectado con la administración Farrell y que no podía ser tocado. Poco después Cooke dijo a los británicos que la deportación de Freude en el Higlland Monarchestaba arreglada en febrero de 1946, pero que a último momento la orden había sido cancelada. Por otra parte, su hijo Rodolfo acompañó a Perón en la campaña electoral en febrero de 1946. Luego Perón creó una repartición ultrasecreta, la División Informaciones, nombrando a Rodolfo Freude jefe de la misma. El nuevo organismo se ocupaba del control de todo lo referente a los ex espías nazis con la colaboración de Jorge Osinde, el capitán Abel Rodríguez, jefe de Coordinación Federal, y Eduardo Bravo Casares. Allí se realizaba la selección de los “llenadores de cuota” para la deportación, y disponían los permisos de entrada y las “rehabilitaciones” para los que regresaban. (7) 
    Por su parte, Siegfried Becker fue arrestado por Coordinación Federal en abril de 1945. Sus primeras declaraciones respecto de sus conexiones políticas fueron imprudentes e implicaron a Perón, por lo cual su testimonio debió ser tomado nuevamente y reducido de 300 a unos 110 folios. Esta declaración fue entregada por el Ministerio de Relaciones Exteriores a Estados Unidos a principios de octubre, cuidadosamente expurgada de los pasajes que hacían revelaciones inconvenientes sobre el caso Hellmuth. Becker obtuvo su libertad por hábeas corpus luego de la asunción de Perón, y poco se sabe de su vida posterior. Un informe norteamericano lo ubicaba a principios de 1947 en Santiago del Estero bajo la protección del coronel Aristóbulo Mittelbach, lo cual debía contar necesariamente con el aval del presidente. Se especula que podría haber sido reclutado en esa época para el “Programa Deserción” del Departamento de Estado entre los ex ciudadanos del Eje. (8)
    
Por cierto, el mayor Oscar Contal, el jefe de Coordinación Federal que había realizado las detenciones de los espías alemanes, fue expulsado de su cargo por oponerse a la liberación del yerno de Ludwig Freude, Werner Köennecke. Antes de dejar su puesto, Contal, envió el 2º Sumario con todas las declaraciones y la lista de los 60 detenidos al juez Horacio Fox, quien debía hacerse cargo del caso. No obstante las pruebas materiales de la investigación no llegaron al juez. Los textos de telegramas, códigos y diagramas fueron conservados por el Ministerio del Interior, y los equipos técnicos pasaron a poder de los servicios de inteligencia argentinos. La intención era evitar que esta evidencia pudiera ser utilizada en contra de Perón en caso de que algún gobierno opositor llegara al poder. (9) 

    Por otra parte, a fines de octubre de 1945 regresaba a la Argentina Osmar Hellmuth, el enviado del gobierno argentino para adquirir armamento en Alemania, y que fuera detenido por los británicos camino a su misión dos años antes. Hellmuth fue entregado a las autoridades argentinas, pero no quedó incomunicado debido al tiempo transcurrido desde la fecha en que se habrían cometido los actos delictuosos que se le imputaban. De inmediato fue conducido por dos oficiales de Coordinación Federal a una entrevista con Ludwig Freude. Dos días después fue recibido por Perón, quien aparentemente le hizo promesas que no cumplió. En el proceso judicial que se le siguió, declararon en su favor el coronel González, el general Gilbert y el almirante Sueyro, quienes negaron que la Argentina hubiera intentado obtener armamento de Alemania, aunque reconocieron haberlo enviado a ese país. Gilbert señaló los “fines altamente patrióticos” de su misión, y González confirmó la participación de Perón en los acontecimientos. Debido a estos testimonios, el 23 de febrero de 1946, Hellmuth era liberado, siendo sobreseído definitivamente de los cargos en su contra el 30 de diciembre de 1947. En la misma época que Hellmuth, también había vuelto a la Argentina otro espía germano-argentino, Ernst Hoppe, quien había tenido la frustrada misión de recibir aquel submarino nazi que debía arribar a la Argentina a principios de 1944. El encargado de negocios norteamericano no comprendía la decisión británica de devolver estos espías justamente en momentos en que el gobierno norteamericano trataba de que la Argentina deportara los ex espías que aún permanecían en este país. (10)
   
 En febrero de 1946, la jefatura de Coordinación Federal fue asumida por el capitán Abel Rodríguez, hombre de confianza del presidente Perón y de su esposa, y que estaba bajo la influencia de los Freude, padre e hijo. Rodríguez, con la colaboración de Freude y Koennecke, puso especial empeño en la destrucción de las declaraciones de los espías, principalmente las que comprometían al grupo. Personas que habían tenido vinculación con el Grupo Azul, con el que estaba relacionado Freude, fueron liberadas o sus declaraciones destruidas. Finalmente, el 6 de septiembre de 1946 Perón firmaba un decreto “desnazificando” a su amigo alemán Ludwig Freude y éste nunca más volvería a ser molestado. (11) 
    Como se dijo, pocos días después de la asunción de Perón a la presidencia el 4 de junio de 1946, se produjo la liberación de Becker, Franczok, Harnisch y Schröll. No obstante, la embajada de Estados Unidos continuó presionando para que los ex espías alemanes fueran deportados, a cuyo fin aportaba listas con direcciones y datos a la Oficina de Enlace del Ministerio de Relaciones Exteriores para ser giradas a Coordinación Federal. El funcionario que las recibía notó que Coordinación siempre llegaba cuando los espías ya habían huido. Ante las presiones, Perón se vio obligado a firmar el decreto 14840 del 15 de noviembre de 1946, ordenando la detención y expulsión de 52 agentes del Eje. Algunos de éstos recibieron un duro trato, otros -como Becker y Schröll- en cambio fueron alertados. La División Informaciones ordenó el arresto de Harnisch -cuya enemistad con Ludwig Freude era manifiesta- a principios de febrero de 1947. En su último testimonio, Harnisch involucró a Perón y a los Freude, y amenazó con decir toda la verdad si era deportado. Finalmente partió rumbo a Alemania en mayo de 1947. Jamás lo interrogaron sobre Becker y, a pesar de que algunos policías intentaron aclarar su situación, la influencia de Freude sobre Perón lo hizo imposible. En el mismo barco viajaron Franczok y Schröll y otros cinco “llenadores de cuota”. Otros, como Harmeyer y Amorín habían sido deportados el año anterior. De los interrogatorios y los informes de todos ellos surgiría la evidencia de las relaciones entre el régimen militar del GOU y el SD de Himmler. (12) 
    De los 80 integrantes de la red nazi que tuvieron causas judiciales o los afectaron decretos de expulsión después de la guerra, sólo 7 fueron condenados, todos ellos agentes menores por actos cometidos durante el gobierno de Castillo. Otros 10 fueron deportados o dejaron el país sin sentencia judicial. Un total de 63 fueron sobreseídos entre 1947 y 1948. (13)
    Por otra parte, cuando la Francia ocupada por los alemanes fue recuperada, a mediados de 1944, muchos alemanes y franceses colaboracionistas se dirigieron a España a través de los Pirineos, donde existía una importante comunidad alemana. Sin embargo, la situación de éstos dejaría de ser cómoda a partir del 2 de mayo de 1944, cuando el gobierno de Franco dio por terminada su colaboración con el Eje, alcanzando una serie de acuerdos con Londres y Washington. Los refugiados debieron entonces buscar otros países hacia donde dirigirse. Hacia el final de la contienda, la red coordinada por Charles L’Escat (en su pasaporte argentino figuraría como Carlos Hipólito Lesca Saralegui) guió hasta Sudamérica a muchos que buscaban refugio ante el inminente desenlace. Sin embargo, esta posibilidad quedó cerrada en los primeros meses de la posguerra. L’Escat llegó al puerto de Montevideo en un buque español el 3 de octubre de 1946. En enero de 1947, luego de que el gobierno uruguayo respondiera favorablemente a la extradición solicitada por el gobierno francés, L’Escat se estableció en la Argentina. El pedido de extradición recibido posteriormente por el gobierno argentino fue archivado por Perón. (14) 
    La colaboración argentina en la huida de los nazis se había iniciado prudentemente en 1944.En agosto de ese año los norteamericanos tenían evidencia de que el consulado argentino en Lisboa entregaba pasaportes argentinos con el nombre real de los fugitivos. Otro informe de octubre de 1945 señalaba el comercio desempeñado por el cónsul general argentino en Barcelona, Miguel A. Molina, quien vendía pasaportes a agentes alemanes. Molina estaba vinculado con el español Samuel Sequerra, director de la Organización de Ayuda Conjunta para España y Portugal. Los barcos de la línea Dodero cubrían la ruta Génova-Buenos Aires, haciendo escala en Barcelona. Esta conexión en Barcelona constituyó una de las principales rutas de escape europeas hasta 1949. (15) 
    En la Argentina, el jefe de la Secretaría de la Presidencia de Perón, José Figuerola, un ex colaborador del dictador José Antonio Primo de Rivera en España que se había nacionalizado argentino, facilitaba las cosas, pues tenía las conexiones necesarias para que las personas que huían de España pudieran hacerlo a través de la compañía Iberia. Figuerola había estado en la mira de la Comisión Especial de Investigación de Actividades Antiargentinas por sus reuniones con el espía del SD y jefe de prensa de la embajada alemana Gottfried Sandstede. (16)
    Otra vía de escape fueron las “ratlines” o Vía Vaticana -que utilizaba los monasterios establecidos en Zagreb, Lijubljana, Trieste, Venecia, Roma y Grumo-, y cuyo principal organizador fue el padre Krunoslav Draganovic, secretario del Instituto Croata de San Girolano. Por esta vía llegaron a la Argentina criminales de guerra y ex colaboracionistas con los regímenes de las potencias del Eje. El contacto de Draganovic en la Argentina para este tipo de operaciones fue Branko Benzon, ex ministro del Estado Libre de Croacia y embajador de Croacia ante el Tercer Reich. Entre 1946 y 1949 Benzon fue “asesor para la inmigración yugoslava y croata”, formando parte del cuerpo de “asesores confidenciales” del director de la Dirección General de Migraciones, Pablo Diana. Su función era “encausar la corriente inmigratoria Centro Europea con el consentimiento del Señor Presidente de la Nación”, según fue señalado en el informe secreto elaborado por Coordinación Federal en 1948. (17) 
    En Europa era un problema urgente resolver la situación de miles de bálticos, polacos, ucranianos, servios, croatas y otros, muchos con un pasado colaboracionista y que eran reclamados por la Unión Soviética o sus nuevos estados satélites. La cuestión era relevante en Italia, donde el gobierno exigía el traslado de gran cantidad de europeos orientales de los campos provisorios, y a los cuales los británicos y los norteamericanos no deseaban devolver a sus lugares de origen -dado el comienzo de la Guerra Fría- pero tampoco les encontraban destino. (18) 
    Ján Durkanski, ex ministro de Eslovaquia, fue uno de los criminales de guerra que ingresó a la Argentina a través de la vía dirigida por Draganovic y gracias a la intervención de Benzon. Los contactos entre Draganovic y Ante Pavelic permiten inferir que éste y sus ocho colaboradores llegados a la Argentina en 1947 pudieron haber seguido el mismo camino. La resolución administrativa (1949), por la que se autorizó a Erich Priebke a obtener nueva documentación con su nombre real, consigna los mecanismos que según el solicitante había empleado para entrar al país. Como muchos otros que llegaron a la Argentina a través de las “ratlines”, Priebke tuvo el apoyo de las asociaciones católicas de Roma, por cuyo intermedio consiguió que las autoridades argentinas visaran el pasaporte que le había otorgado la Cruz Roja Internacional. (19)
    Draganovic también puso su organización a disposición de los nazis que Estados Unidos deseaba enviar a Sudamérica. De esta manera, se hizo cargo del “carnicero de Lyons”, el oficial SS Klaus Barbie, quien le fue entregado por oficiales de inteligencia norteamericanos en la estación de trenes de Génova. Draganovic acompañó a Barbie al consulado argentino, donde obtuvo una visa que le permitió obtener documentos de la Cruz Roja con apellido falso para él y su familia. Barbie y otros nazis se embarcaron en Génova, en marzo de 1951, con destino a Buenos Aires para luego trasladarse a Bolivia. Draganovic también colaboró con el gobierno argentino para posibilitar la llegada a la Argentina de los técnicos que el diseñador alemán Kurt Tank necesitaba para la fábrica de aviones en Córdoba. Estos recibieron pasaportes de la Cruz Roja como croatas y fueron recibidos en el convento de monjas Centocelle hasta que tomaron un avión de la Flota Aero Mercante Argentina con destino a Buenos Aires. En este grupo llegó escondido el criminal de guerra Gerhard Bohne, encargado del programa de eutanasia del Reich. (20) 
    En diciembre de 1946, Perón colocaba a un hombre de la Iglesia al frente de la flamante Delegación Argentina de Inmigración en Europa, cuya sede central se estableció en Roma. El presbítero José Clemente Silva, hermano de un amigo de Perón, partió para Italia con la misión de organizar el traslado a la Argentina de varios millones de europeos que fueran útiles para los planes de industrialización argentinos. El sacerdote debía encargarse también del traslado de personas destacadas que no tuvieran documentación. La Delegación comunicó formalmente a Gran Bretaña y Estados Unidos su deseo de reclutar científicos y técnicos alemanes, pero el proyecto no fue ampliamente difundido. Las operaciones más importantes de la Delegación se llevaron a cabo en Italia, donde luego de arduas negociaciones se firmó un acuerdo para establecer las condiciones de reclutamiento el 21 de febrero de 1947. Consecuentemente, el ex espía del Abwehr (Servicio de espionaje militar del Reich) Reinhard Kopps -conocido luego en Bariloche como Juan Maler- inició su colaboración con el obispo austríaco Alois Hudal, rector de la iglesia alemana Santa María dell’Anima en Roma, a fin de enviar grupos de nazis hacia la Argentina. Kopps recibía las solicitudes y hacía los arreglos con el consulado argentino en Génova. Los permisos de ingreso eran otorgados por la Dirección de Migraciones en Buenos Aires, los pasaportes por la Cruz Roja y el transporte lo hacía la empresa Dodero. Miles de inmigrantes llegaron a la Argentina por esta vía, pero pocos fueron trabajadores o técnicos especializados; la mayoría estuvo constituida por intelectuales o capitalistas con antecedentes de colaboracionistas, entre los cuales figuraron Vittorio Mussolini, hijo del Duce, y dirigentes partidarios como Carlo Scorza y Ettore Mutti. (21)
    Otra vía de salida de Europa fue a través de la frontera germano-danesa. Muchos nazis se internaban en Dinamarca con el auxilio de una unidad de la Wehrmacht que el gobierno danés había autorizado a permanecer en el país para el levantamiento de minas. Esta vía fue utilizada por Carlos Fuldner -adscripto a la División de Informaciones de la Presidencia- para hacer llegar a la Argentina a las personas que reunía en sus misiones oficiales a Europa realizadas entre 1947 y 1949. Estas revestían carácter reservado, debido a “poderosas razones de estado” y a las “dificultades de conciencia -que podrían comportar- para algunos funcionarios ante los cuales le era prohibido entrar en detalles o hablar abiertamente”, sobre las actuaciones de esas personas durante los regímenes fascistas. Para disponer de una persona jurídica que solicitara el libre ingreso de “personas que interesaban a la República” y al mismo tiempo eludir la responsabilidad que podía recaer en los encargados de esas misiones, se estableció la agencia de viajes Vianord. (22) 
    Un grupo de empresarios germano-argentinos dirigidos por el fuerte industrial Friedrich Schlottmann, del grupo textil Sedalama, se encargó del rescate de los alemanes refugiados en los países escandinavos. La operación fue encargada a Carlos Schultz. Para respaldar el proyecto se creó en Buenos Aires un Comité Báltico encabezado por Federico Müller-Ludwig, director del diario Freie Presse. Schultz consiguió la aprobación del proyecto por el director de Migraciones, Santiago Peralta, quien le entregó cartas de presentación para los cónsules argentinos en Europa y dio garantías para el ingreso de por lo menos mil personas. En 1947, Schultz lograba que los gobiernos sueco y noruego conmutaran penas a colaboracionistas que estaban interesados en viajar a la Argentina. Las listas de candidatos enviadas por Schultz a Peralta fueron siempre autorizadas sin excepción. Los consulados argentinos otorgaban los pasaportes de la Cruz Roja a las presentaciones de Schultz sin realizar ninguna verificación. Schultz se aseguraba de que no hubiera comunistas entre los propuestos para no perder el apoyo de Peralta. Consiguió de esta manera el ingreso a la Argentina de unos mil alemanes. Pero en noviembre de 1947 Schultz fue arrestado por las autoridades suecas y sometido a juicio junto a una banda de falsificadores de pasaportes. La detención causó un grave problema al embajador, capitán Héctor Russo, quien envió urgentes cables al ministro Bramuglia, señalando que esas operaciones únicamente lograban fortalecer la opinión internacional de que la Argentina era un país declaradamente nazi. El embajador sin embargo no recibió ninguna respuesta. Finalmente, la justicia sueca ordenó a Schultz salir del país. (23)
    Una misión semejante a la de Shultz, pero en este caso de carácter oficial, fue encomendada a Carlos Piñeyro, quien había sido cónsul en Danzig, Beirut y Suecia, hasta su arribo al consulado argentino en Copenhagen, en mayo de 1945. Dos años más tarde fue llamado a Buenos Aires, donde fue adscripto a la División Informaciones entre junio y agosto de 1947. En esta fecha fue enviado nuevamente a Copenhagen como agente reservado. Aquí se conectó con la unidad alemana que se encontraba realizando la tarea del desminado en la frontera con Alemania, a fin de poder ingresar ilegalmente a Dinamarca a los científicos y técnicos nazis reunidos por los enviados de Perón en Europa. El propio jefe de la unidad Toepke acompañó a varios a Copenhagen, entre ellos al diseñador de aviones, Kurt Tank, quien traía el diseño del “Pulqui”, que Perón haría fabricar en Córdoba. Piñeyro entregaba a estas personas pasaportes argentinos con nombres falsos, los cuales les permitían tomar un vuelo a Buenos Aires. Pero la División de Informaciones vio su ruta danesa cerrada en noviembre de 1947, cuando el “argentino” Ernesto Foucard fue detenido tratando de tomar un avión con destino a Ginebra y conexión posterior a Buenos Aires. El individuo resultó ser el profesor alemán Karl Gustav Friedrich Thalau. Poco después, Toepke también era arrestado cuando atravesaba la frontera con otro experto en aviación alemán, Paul Friedrich Klages. El embajador argentino en Dinamarca, Riéffolo Bessone, fue citado por el gobierno danés, el cual exigió el cese de las mencionadas operaciones. Inmediatamente, Piñeyro y su colaborador Mouret fueron retirados, y el embajador Bessone trasladado a Irlanda un poco más tarde. (24) 
    Todas estas redes llegaban a la División de Informaciones de la Presidencia de la Nación, dirigida por Rodolfo Freude. Bajo las directivas del presidente Perón, esta repartición se dedicaba a rescatar ex colaboradores del Tercer Reich que se consideraran útiles al país. Freude actuaba en coordinación con Pablo Diana, un ex empleado de la vicepresidencia de Perón durante el gobierno militar, designado jefe de la Dirección de Migraciones en junio de 1947. Perón le había hecho saber en el momento de su nombramiento que la política inmigratoria la dirigía personalmente el presidente. Para desempeñar su tarea, Diana disponía de una serie de asesores, con quienes se reunía en presencia del presidente. Entre otros, figuraban Eugenio Monti de Valsassini, el “conde de Monti”, Branko Benzon, Pierre Daye, George Degay y Carlos Fuldner, Víctor de la Serna, García Santillán y Smolinski, el ex presidente del Banco Central Orlando Maroglio y el secretario de Aeronáutica, brigadier Bartolomé de la Colina. (25)
    La por mucho tiempo supuesta existencia de un grupo dedicado a rescatar refugiados europeos dentro de la División Informaciones quedó confirmada con el descubrimiento en el Archivo General de la Nación de un abultado sumario del año 1949, producto de la investigación de las irregularidades cometidas en la Dirección de Migraciones durante la gestión de Diana. Dirigido a constatar la entrada al país de “indeseables” judíos y comunistas, el sumario se encontró con la existencia de órdenes para el ingreso de otro grupo de “indeseables”. Toda la plana mayor de Migraciones, incluidos Diana y Fuldner, fue interrogada por los sumariantes Angel S. Taboada y Román Sosa Liprandi. Todos los declarantes señalaron a Freude y Perón como sus superiores. (26) 
    El criterio de la Dirección de Migraciones era no permitir el ingreso al país a comunistas ni judíos. En el caso de los últimos, su ingreso estaba vedado especialmente por los directores de la repartición que eran antisemitas -Santiago Peralta hasta junio de 1947 y luego Diana-. Las solicitudes de israelitas debían ser negadas desde un principio. Las instrucciones de Diana a los asesores eran claras: en cuanto propusieran a un judío, la vinculación con la Dirección se terminaba. Para el trabajo interno se manejaban además algunos códigos. En el caso de que los legajos tuvieran una F en lápiz rojo -que significaba Fuldner-, Diana sabía que debía conceder la radicación incluso si eran personas entradas clandestinamente al país, porque aquél era un agente reservado del presidente. Si el expediente contenía la palabra Banco en el extremo superior izquierdo, esto significaba que el Banco Central había intervenido en el trámite y que podía dársele curso. Finalmente la palabra “Presid” identificaba a un numeroso grupo de legajos que recibían tratamiento especial por haber sido iniciados por el propio Perón. Por otra parte, cuando la cantidad de pedidos de ingreso a favor de sus camaradas firmados por Fuldner excedió las posibilidades de Migraciones, Fulner acordó con Diana que aquéllos se presentaran por intermedio de la agencia de viajes Vianord. (27) 
    Es interesante destacar que luego de ser interrogados por los norteamericanos en Alemania, los ex espías nazis eran mantenidos por un cierto tiempo en campos de detención y luego liberados. La Europa de posguerra no les ofrecía posibilidades de trabajo, por lo cual aquéllos procedentes de la Argentina decidieron en la mayoría de los casos volver a este país. Recibieron para hacerlo documentación de “Libre desembarco” de Migraciones, pero debían entrar bajo la categoría “Doc Def”, porque las órdenes de expulsión en su contra seguían vigentes. Hacia 1950, muchos de ellos habían encontrado ocupación en áreas del gobierno o en las fuerzas armadas. No obstante, su situación legal permanecía sin aclararse. Su presencia en el país no podía admitirse porque ello contrariaba los compromisos derivados del Acta de Chapultepec. Perón apeló entonces a una solución intermedia: la firma de una serie de “indultos” secretos. Comenzó con dos decretos personales en julio de 1950, en favor del ex espía Hans Leuters y de un ex jefe del partido Nazi argentino, Enrique Volberg.
   
 Para conocer la situación de todos los involucrados, en 1951 el mayor Osinde, jefe de Coordinación Federal, ordenó el rastreo de todos los antiguos espías que figuraban en los decretos de expulsión, tomándoles luego declaración para conocer su situación laboral, su grado de integración en la sociedad argentina y sus creencias religiosas. Todos superaron la prueba ampliamente, apareciendo muchos de ellos relativamente prósperos. Poco después, en febrero de 1952, considerando que ya no existían los motivos de orden internacional que habían provocado las medidas en su contra, el presidente Perón y el ministro del Interior, Angel Borlenghi, firmaron el decreto 3625, indultando a 24 ex miembros de las organizaciones nazis. Otros seis germanos recibieron la gracia al año siguiente. No obstante, las gestiones de la embajada de Alemania en Buenos Aires y por alguna razón especial, Perón no favoreció a Harmeyer y a Franczok. Estos tuvieron que esperar hasta la llegada de la Revolución Libertadora, para que el general Aramburu firmara sus indultos. (28) 
    Por cierto, el comienzo de la Guerra Fría modificó la relación de los países, incluso de los que habían formado parte de los Aliados, con muchas personas que habían pertenecido a los regímenes nazi-fascistas. El interés de algunos gobiernos en el desarrollo científico y técnico de la Alemania nazi, con el propósito de aplicarlo a sus propios proyectos industriales o estratégicos provocó las operaciones de reclutamiento de “cerebros”. En Estados Unidos se organizó la operación Paperclip y en la Unión Soviética la Osavakim. Incluso Estados Unidos valoró en alto grado los “capitales ideológicos”, es decir los compuestos por los anticomunistas de la Unión Soviética y de las naciones del Este europeo. Actualmente se sabe que no todas las “ratlines” conducían a Sudamérica, también muchas lo hacían a diversos puntos de Estados Unidos. De la misma manera, la Argentina, Brasil y otros estados sudamericanos buscaron atraer ese “capital humano”. (29)
   
 A fines de agosto de 1946, el Congreso argentino ratificaba el Acta de Chapultepec, lo cual implicaba que el país no podría permitir el ingreso de responsables de crímenes de guerra. Sin embargo, Perón se atendría a su propia política para el asilo de refugiados de guerra, promulgada el año anterior, que establecía que no tendrían refugio en territorio argentino aquellos acusados de crímenes de guerra, ni se admitirían el capital o los bienes de tales personas. La definición de “criminal de guerra” y los procedimientos para llevarlo ante la justicia seguirían las normas de la Comisión Interamericano de Justicia. Por cierto, el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino mantuvo durante esos años relaciones formales con las autoridades aliadas de ocupación en Alemania en cuanto a las solicitudes de alemanes que deseaban emigrar. (30) No obstante, como se ha visto, esto no impidió toda una intensa actividad de enviados reservados del gobierno argentino, que cooptaron y trajeron al país gran cantidad de colaboracionistas e incluso criminales de guerra, y que las solicitudes de extradición de los últimos fueran completamente ignoradas. (31) 
    Más aún, el Ejecutivo otorgó una amnistía por el decreto Nº 15.972, que alcanzó a todos los que habían ingresado al país ilegalmente. Este indulto de carácter general fue seguido de una serie de resoluciones que habrían beneficiado a aquéllos que debían ocultar su verdadera identidad. Así, por ejemplo, con el fin de otorgar inmunidad a los asilados políticos, cuya extradición podía ser solicitada en virtud de tratados internacionales firmados por la Argentina, se dictó el decreto Nº 19.935 del 22 de agosto de 1949, confiriéndoles el status de “asilados residentes”, lo cual los autorizaba a obtener una tarjeta de libre circulación. Por otro lado, el artículo 35 de la Constitución de 1949 permitía a las personas que hubieran regularizado su situación obtener la carta de ciudadanía. Como la impunidad era evidente, muchos incluso decidieron solicitar nueva documentación con sus nombres reales. (32) 
  • NOTAS
  1. Embajada de Estados Unidos 1275, Buenos Aires, 17 de junio de 1945, 862.20235/fecha; Embajada británica a FO, Buenos Aires, 29 de agosto de 1945, con extractos del memo a MEW, 24 de junio de 1940, /44733, cit. en Ronald C. Newton, El cuarto lado del triángulo. La “amenaza nazi” en la Argentina (1931-1947), Buenos Aires, Sudamericana, 1995, pp. 435-436.
  2. Ibid., pp. 436-437.
  3. Embajada de Estados Unidos 2000, Buenos Aires, 9 de febrero de 1946, adjuntando tercer informe SAFEHAVEN, ABB, caja 3, archivo 36; memo de conversación Perón/Faltisek, 10 de diciembre de 1945, 835.00/fecha; memos anónimos, 10 y 30 de septiembre de 1946, memos RPA, caja 20; La República Argentina ante el Libro Azul, 205ss, las tablas de las versiones inglesa y castellana no concuerdan; Embajada británica 58 a Depto. de Guerra Económica, FO, Buenos Aires, 8 de noviembre de 1946, /51818; New York Times, 25 de enero de 1947, cit. en ibid., p. 437.
  4. Comunicado de prensa presidencial, fines de mayo de 1947, en /61123; Embajada británica 156/47, Buenos Aires, 14 de noviembre de 1947, /61123, cit. en ibid., pp. 437-438. Se dice que Perón estaba enojado con el jefe de la Policía Federal, coronel Filomeno Velasco, que había permitido huir a 39 de los destinados al Pampa. Un año antes, en diciembre de 1945, un oficial de Coordinación Federal llamado Rodríguez se había convertido en el chivo expiatorio por el fracaso en detener aunque fuera a uno de un grupo de potenciales deportados a bordo del Red JacketIbid., p. 454, n. 42.
  5. Ibid., p. 438.
  6. Interrogatorio de Franczok (3), apéndices 4 y 5; L. Rout y J. Bratzel, The Shadow War: German Espionage and United States Counterespionage in Latin America during World War Two, Frederick, Md., University Presses of America, 1986, pp. 419-430; Martin a Mann, memos ARA sobre la Argentina, caja 20; memo agregado legal, embajada de Estados Unidos, Buenos Aires, 1º de enero de 1946, RG 84, BAPR 1946, caja 84, archivo 820.02; memo, Clark a Tewksbury, ibid., 14 de enero de 1946,ibid.; OMGUS 612, Berlín, 26 de febrero de 1946, RG 59, ABB, caja 3, archivo 36; embajada británica 58, 6 de noviembre de 1946, /51818, cit. en R. C. Newton, op. cit., p. 438-439.  Los nombres de Seidlitz y Becker aparecieron en el decreto de deportación del 15 de noviembre de 1946. Dörge trabajaba para el Deutsche Industrienbankcomo especialista en organizar bancos de crédito industrial. Fue consejero del Banco Central y del Ministerio de Hacienda. En 1945 se informó que formaba parte del “trust de cerebros” de Perón. Ibid., p. 454, n. 47 y 48.
  7. Embajada británica, “Heads of Foreign Missions Report for 1937”, Buenos Aires, 2 de marzo de 1938, /21412; Blue Book, pp. 60-64; Perfil de... Haushofer, Registro de Individuos Alemanes Particulares, RG 242, T253, marcos 1703-13 (ref. a la pertenencia de Staudt a la Deutsche Akademie, Munich); DLPZ, 19 de abril de 1933; Der Deutsche in Argentinien 9, Nº 88 (agosto de 1938); Hemmen, leg. alemana a AA, Buenos Aires, 4 de enero de 1933; Thermann a Bohle, Buenos Aires, 4 y 10 de octubre de 1940; memo ref. Firma Bromberg, Wirtschaftsgruppe Maschinenbau a Sedlmayer vía AA, 31 de octubre de 1940, AA/PA, Ha Po 9b, “Vertretungen deutscher Firmen in Argentinien”, vol. 3 (1940-1941); Braden 53 a MRE, Buenos Aires, 5 de septiembre de 1945, MRE/AC, DP, “Guerra con Alemania y Japón 1945”, archivo 28; Blue Book, pp. 41-42, 59-60; Blue and White Book, pp. 237-42; embajada de Estados Unidos 1162, Buenos Aires, 24 de octubre de 1945, 740.35112a/fecha; ibid., 1257, 5 de noviembre de 1945, ABB, caja 3, archivo 43; agregado militar, Buenos Aires, 772-45, 23 de noviembre de 1945, ibid., caja 28, Informes MID/ONI (sobre sucesos de octubre de 1945); aerograma emb. de Estados Unidos 33, Buenos Aires, 11 de enero de 1946, ibid., caja 16, archivo cables Buenos Aires, 11-20 de enero de 1946; ibid., 2346, 27 de marzo de 1946, ibid., caja 2, archivo 35; ibid., 1180, 8 de noviembre de 1946, ibid., caja 2, archivo 21; memo 30 de octubre de 1946, memos RPA, caja 20; Noble, emb. británica, a Bevin, Buenos Aires, 23 de abril de 1946, /51792; interrogatorio de Franczok (3), apéndice 7, cit. en R.C. Newton, op. cit., pp. 439-441. También interrogatorio Harnisch, 1947, NARA, RG 84, Caja 102; interrogatorio Franczok, 1947, ídem, Caja 101; declaración bajo juramento de Amorín, 8 de abril de 1947; declaración jurada de Harmeyer, 15 de abril de 1947; y declaración jurada de Schwaiger, 9 de abril de 1947; las tres en NARA, RG 59, Caja 6743, cit. en Uki Goñi, Perón y los alemanes, Buenos Aires, Sudamericana, 1998, pp. 243-244.
  8. Declaraciones de Becker, 22 y 23 de mayo de 1945, 2º Sumario, Cuerpo 7; 2º Sumario, Cuerpos 6, folios 1218-23; Cuerpo 4 de la causa judicial 793/45, folios 752-3; declaración de Melita Tietz, 14 de mayo de 1945, 2º Sumario, Cuerpo 7; interrogatorio de Franczok, 1947, NARA, RG 84, Caja 101; las direcciones en la libreta de Becker se hallan en memorándum del agregado legal norteamericano sobre Becker, 18 de abril de 1946, NARA, RG 84, Caja 84; la “prórroga” para la declaración de Becker en 2º Sumario, Cuerpo 6, folio 1255; detalles del arresto de Becker, Contal, 13 de agosto de 1997; nota de Cooke a Cabot, 4 de octubre de 1945; nota de Cabot al Departamento de Estado, 20 de octubre de 1945; y “Voluntary Declaration” de Becker, todas en NARA, RG 84, Caja 63, cit. en U. Goñi, op. cit., p. 227. También memo “Becker”, 26 de agosto de 1946, BAPR 1946, caja 84, archivo 820.02; Leeper 58, Buenos Aires, 17 de enero de 1947, /61121; L. Rout y J. Bratzel, The Shadow War, p. 431 y n. 280; interrogatorios de Ezratty Rolland y Amorín, cit. en R.C. Newton, op. cit., p. 441.
  9. Nota de Cooke a Cabot, 4 de octubre de 1945; nota de Cabot al Departamento de Estado, 20 de octubre de 1945; y “Voluntary Declaration” de Becker, todas en NARA, RG 84, Caja 63; AGPJN, Causa 793/45, 2º Sumario de Espionaje Alemán, Policía Federal, 9 cuerpos; interrogatorio Franczok, NARA, RG 84, Caja 101, cit. en U. Goñi,op. cit., p. 229.
  10. AGPJN, Causa 793/45, cuerpos principales, folios 177-188; las declaraciones de González, Sueyro y Gilbert en folios 337-8, 366 y 394; conversación de Goñi con mujer allegada a Hellmuth, 28 y 30 de agosto de 1997; legajo de Osmar Hellmuth, RREE; nota de Cabot al Departamento de Estado, 17 de octubre de 1945, NARA, RG 59, Caja 6736, cit. en ibid., pp. 234-235.
  11. Interrogatorio Harnisch, 1947, NARA, RG 84, Caja 102; decreto 9631-M.623, 6 de septiembre de 1946, en RREE, JVDFPE, “Investigación sobre el Señor Ludovico Freude”, Expediente 50448-F-46, cit. en ibid., pp. 241-242.
  12. Interrogatorio Harnisch, 1947, NARA, RG 84, Caja 102; declaración jurada de Harmeyer, 15 de abril de 1947, NARA, RG 59, Caja 6743; declaración jurada de Schröll, 15 de septiembre de 1947, NARA, RG 84, Caja 102; La Prensa, 6 y 7 de febrero de 1947, cit. en ibid., pp. 244-247.
  13. Ibid., p. 248.
  14. Beatriz Gurevich, “Prólogo. Etnicidad, ideología y política migratoria”, DAIA, Proyecto Testimonio. Revelaciones de los archivos argentinos sobre la política oficial en la era nazi-fascista, Buenos Aires, Planeta, 1998, pp. 52-53. Véase DAIA, op. cit., tomo II, pp. 15-16, caso Charles L’Escat; AMREC, D.P., Francia, 1946, Caja 17, Exp. Nº 22, Nota 121-R-1946, Buenos Aires, 3 de octubre de 1946; ibid., Buenos Aires, 20 de enero de 1947, cit. en B. Gurevich, op. cit., p.  53. Charles L’Escat nació en Francia y obtuvo la nacionalidad argentina. Fue inculpado de inteligencia con el enemigo, crimen de derecho común previsto por los artículos 75/5, 76/3, 84/4 del Código Federal francés y por la jurisprudencia internacional sentada por el tribunal de Nüremberg el 1º de octubre de 1946. Ibid., p. 71, n. 70. Véase también U. Goñi, op. cit., pp. 259-261, cuyas fuentes son: telegrama A-297 de la embajada norteamericana en Madrid, 8 de mayo de 1945, NARA, RG 59, Caja 6748; nota de Messersmith a Washington, 4 de diciembre de 1946, NARA, RG 59, Caja 6749; declaración de Hans Sommer, 27 de noviembre de 1946, NARA, RG 59, Caja 6749; y su declaración bajo el nombre de Herbert Senner, 31 de julio de 1946, NARA, RG 59, Caja 6748; Hoover a Neal, 27 de noviembre de 1946, NARA, RG 59, Caja 6749. Véase también R.C. Newton, op. cit., p. 443.
  15. U. Goñi, op. cit., p. 259.
  16. Ibid., p. 262.
  17. Mudd memo del 30 de enero de 1947, CIC informe de Caniglia y Zappala del 15 de marzo de 1947, USNA, citado por Mark Aarons y John Loftus, Unboly Trinity, New York, 1991, pp. 78 y 76; AMREC, Varios, 1948, Caja 58, Exp. 1, f. 7, “Pedido de informes, Oficina de Enlace con el Ministerio del Interior y la Policía Federal” (documento sin membrete ni firma), en Archivo Testimonio, cit. en B. Gurevich, op. cit., p. 53.
  18. R.C. Newton, op. cit., pp. 446-447.
  19. La República Checoslovaca solicitó el arresto y la extradición de Jun Durkanski y otros sospechosos de crímenes de guerra y de homicidio. Documentos sobre extradición de Durkanski, Votech Hora y otros en DAIA, op. cit., tomo II; Declaración de Draganovic a las autoridades de Yugoslavia, 26 de septiembre de 1967, cit. por M. Aarons y J. Loftus, op. cit., p. 76; AMREC, D.P., Europa, Caja 41, Exp. Nº1, 1947, Nota S/Nº, Buenos Aires, 7 de agosto de 1947; AGN, Sección Nacional de Migraciones, Libro Copiador Nº 4, Exp. 293544/49, Dictámenes 1614/2334, 6/09 al 11/10, folio 401, en Archivo Testimonio, cit. en B. Gurevich, op. cit., pp. 53-54.
  20. H. Meding, op. cit., pp. 46-48, 76-81 y 90-92; M. Aarons y J. Loftus, Unholy Trinity, Nueva York, St. Martin’s Press, 1992; T. Bower, Klaus Barbie, Butcher of Lyons, Londres, M. Joseph, 1984, p. 180, cit. en U. Goñi, op. cit., pp. 267-268.
  21. Idem supra, cit. en ibid., pp. 266-267; R.C. Newton, op. cit., p. 445. Un informe de la Santa Sede, remitido a la cancillería argentina por el embajador Conrado Traverso en 1947, mencionaba el beneplácito del papa Pío XII por la disposición del gobierno argentino para recibir a quienes debían dejar Europa luego de la derrota del Eje. AMREC, D.P., Santa Sede, 2/946, Notas de I. Castiñeiras a Cooke y Bramuglia, cit. en B. Gurevich, op. cit., pp. 54-55.
  22. Antecedentes de Carlos Fuldner en DAIA, op. cit., tomo I, Apéndice; citas textuales en “Sumario Administrativo”, declaraciones de Carlos Fuldner, ibid.; las empresas creadas por Carlos Fuldner en ibid., Anexo II, cit. en B. Gurevich, op. cit., p. 54; R. C. Newton, op. cit., p. 443.
  23. Holger Meding, Flucht vor Nürnberg?, Colonia, Böhlau, 1992; “Detención del ciudadano argentino Carlos Schultz por falsificación de pasaporte”, RREE, DAP, Dinamarca, 1947, Expediente 8; “Illegal Movement of German Citizens to Argentina”, Nota 129 de la embajada norteamericana en La Haya, 1º de marzo de 1948, NARA, RG 319, Caja 2882, cit. en U. Goñi, op. cit., pp. 262-263. Shultz se trasladó a Madrid donde, gracias a sus conexiones con el jefe de policía, obtuvo pasaportes españoles para nuevos clientes. También consiguió visas para alemanes que huían a través de la frontera suiza. En Suiza, la obtención de la visa argentina permitía a éstos obtener un “Ersatzpass” con el cual podían comprar un pasaje de KLM a Sudamérica. Por esta vía fueron rescatadas las dos hijas del industrial Schlottmann y sus maridos. El movimiento fue advertido por los norteamericanos, que notaron que los suizos no interrogaban demasiado a los alemanes que deseaban viajar a la Argentina, y a quienes cobraban una buena suma de dinero por el documento de residencia temporaria que pedía KLM para vender los pasajes. Por cierto, las hazañas de Shultz lo hicieron acreedor al puesto de edecán del gobernador de Buenos Aires, teniente coronel Domingo Mercante. Ibid., pp. 264-265.
  24. H. Meding, op. cit., p. 74; DAIA, op. cit., tomo I, p. 501, cit. en U. Goñi, op. cit., pp. 265-266.
  25. La conformación del grupo que se reunía en la casa de gobierno surge de la declaración de Carlos Fuldner, 18 de agosto de 1949; también declaraciones de Diana, 13-16-17-20-31 de mayo y 1-3-6-7 de junio de 1949; todas en Sumario Administrativo Nº295.342, AGN, Secretaría Técnica, Caja 547, también denominado “Sumario Diana”, cit. en U. Goñi, op. cit., pp. 269-270.
  26. El sumario fue descubierto por los historiadores del Proyecto Testimonio de la DAIA. Sus partes principales están reproducidas en el tomo I de esta obra. Cit. en ibid., pp. 270-271.
  27. Declaraciones de Diana, 13-16-17-20-31 de mayo y 1-3-6-7 de junio de 1949; también declaraciones de Hartkopp y Orliac, Dalmiro Amaya y Bernardo Amaya, 23 de mayo de 1949, Sumario Diana, AGN, cit. en ibid., p. 272. Haim Avni estima entre 1000 y 1550 el número de judíos ingresados legalmente a la Argentina entre 1945 y 1950, y otros 3000 ilegalmente. H. Avni, Argentina y la historia de la inmigración judía, 1810-1950, traducido del hebreo, Jerusalén, Universidad hebrea, 1983, pp. 517-518, cit. en R.C. Newton, op. cit., p. 457, n. 93.
  28. Decretos secretos 13644/1950, 13645/1950, 8482/1951, 3625/1952, 677/1953, 842/1953, 10153/1953, 10386/1953, 13506/1953, 10213/1956 y 13689/1956, contenidos en los expedientes 1947-S-141; 1950-S-83; 1951-S-268; y 1955-S-110, AGMI, cit. en U. Goñi, op. cit., pp. 282-283.
  29. B. Gurevich, op. cit., p. 54; R.C. Newton, op. cit., p. 443.
  30. R.C. Newton, op. cit., p. 444.
  31. B. Gurevich, op. cit., pp. 55-56.
  32. Ibid., pp. 56-57 y 73-74, notas 95, 96 y 97.
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