Debemos más de 137 mil millones de dólares según cifras oficiales, pero duplicaría ese número según quién la determine. Hasta en eso hay misterios. ¿Cómo llegamos a esa secuencia astronómica que crece cada segundo?. Un cúmulo de renegociaciones y canjes de deudas viejas que no contrajo este gobierno pero que renegoció, e intereses sobre cifras mucho menores. Pero el origen es dudoso y se remonta en parte a la dictadura del 70 y 80, al menemismo y a la Alianza. De la misma manera que los asesinos del proceso fueron llevados a la justicia y condenados por violaciones a los derechos humanos, la deuda externa representó la otra represión y saqueo contra el bienestar de generaciones de argentinos. Pero nadie jamás fue condenado y todas las denuncias terminaron sin responsables. Hay una responsabilidad política de no investigar a fondo donde está ese dinero y quienes se benefician con la deuda “eterna”.
En la vida cotidiana, el efecto es inmediato: lo que compramos todos los días en la panadería, en el supermercado, en la librería, en cualquier comercio del barrio, tributa un impuesto. Parte importante de ese impuesto va a pagar la deuda externa. Nosotros estamos tributando todos los días para pagar algo que no debemos. Nos están sacando plata del bolsillo para pagar un fraude.Alejandro Olmos Gaona.
El propio Ministro de economía, Axel Kicillof reconoció que la deuda externa argentina jamás sirvió para el desarrollo. “La dinámica perversa de la deuda recomenzó en el siglo XX luego de la crisis del petróleo, pero en el plano interno, fue una dictadura militar sangrienta la que instauró ese ciclo de endeudamiento externo y desindistrialización con crecimiento de la pobreza. Hay una triste correlación entre crecimiento de la deuda externa y el desempleo en la Argentina. Nunca en la Argentina la deuda externa sirvió para el desarrollo”, agregó. Pero se vuelve a pagar sin determinar quienes fueron responsables de haber transado con el futuro del país, sin llevar a la justicia a quienes estafaron a la república.
Todo está allí en los libros contables de los ministerios y en los del Banco Central. En el pasado hubo acciones particulares que merecen recordarse.
La Causa Olmos.
Alejandro Olmos, nacido en Tucumán en 1924, fue abogado, periodista y militante opositor a la injerencia extranjera en el desarrollo nacional. Nacionalista no peronista, rosista y democrático, A partir de sus palabras escritas, Olmos sufrió presiones y persecuciones en la década del 50 y 60, con sus constantes denuncias sobre la complicidad de funcionarios o militares en negocios turbios con capitales extranjeros. Su principal legado fue una formidable investigación y denuncia sobre la deuda externa argentina contraída durante el proceso militar, a la que consideraba una estafa. Murió en el año 2000 sin ver las condenas de su trabajo pero con el reconocimiento judicial de la ilicitud de esos préstamos usurarios. Su hijo heredó la causa, pero los expedientes duermen en el Congreso Nacional.
Pagar la deuda legítima, no las estafas.
Sebastián Premici escribió en Pagina/12 en 2010 una serie de aspectos de esta historia:
Según la causa Olmos, en 1975 la deuda externa tanto pública como privada era de 8085 millones de dólares, mientras que en 1983 ya ascendía a 45.087 millones de dólares y dos años después, ya en período democrático, rondaba los 49.000 millones de dólares. En las conclusiones del fallo, el juez Ballesteros determinó: “La deuda externa de la Nación ha resultado groseramente incrementada a partir de 1976 mediante la instrumentación de una política económica vulgar y agraviante que puso de rodillas al país a través de los diversos métodos utilizados, que tendían, entre otras cosas, a beneficiar y sostener empresas y negocios privados –nacionales y extranjeros– en desmedro de sociedades y empresas del Estado”.Durante el primer gobierno post dictadura, Raúl Alfonsín intentó dar el debate sobre la ilegalidad de la deuda externa pero sucumbió rápidamente ante las presiones del establishment. Después, Menem lo hizo. En el marco del Plan Brady, la banca acreedora –el Bank of America, el Banco de la Sociedad Financiera Europea, la Unión de Bancos Suizos, el Boston y el Lloyds Bank, entre otros– consiguió cambiar una deuda bancaria por bonos del Estado que luego se vendieron anónimamente en el mercado.Fue un canje que alcanzó un total de 29.000 millones de dólares, impulsado por Domingo Cavallo, el abogado Horacio Liendo –ahora patrocinante del gobierno de San Luis contra el Fondo del Bicentenario– y –también– Daniel Marx. Desde la Reserva Federal, los implicados fueron Terrence Checki y el ex subsecretario del Tesoro, David Mulford, también implicado en la causa del megacanje de la Alianza.“Los Brady fueron los famosos bonos que luego se utilizaron para comprar las empresas públicas. De la mano de la deuda de la dictadura, más las renegociaciones del alfonsinismo, la estafa de las privatizaciones, el endeudamiento de toda la década menemista, más el megacanje, que le costó al país un incremento de la deuda externa en 50.000 millones de dólares, llegamos a la crisis de 2001”, señaló a Cash el economista Andrés Asiain, integrante de la Cátedra nacional de Economía “Arturo Jauretche”.
Cuando creímos que no había más deuda.
La historia de la deuda fue reelaborada en las distintas gestiones presidenciales y aunque los discursos la cuestionaban, los actos administrativos la legitimaban aun más. Alejandro Olmos Gaona, el hijo del célebre impulsor de la Causa Olmos, dijo hace unos años que “(Néstor) Kirchner vive vociferando contra el FMI, pero es el presidente que más y mejor le ha pagado: 13.000 millones de pesos en dos años. Este Gobierno se maneja con los mandatos de la economía convencional impuesta
por los organismos financieros internacionales. Y la lógica de la deuda implica pagar aunque no se deba. Hay una dinámica del poder que establece no discutir este tipo de operaciones. La económica clásica ortodoxa, sostiene que debemos pagar para poder “insertarnos en el mundo”. Esto es tan así, que Kirchner en el decreto 319 sobre el canje de la deuda renuncia a la inmunidad soberana del Estado, porque “es la práctica común en los mercados extranjeros”. Salvo algunos detalles, este decreto es similar a los firmados durante el menemismo. Es más, mediante este mismo decreto Kirchner contrató al estudio Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton (¡El mismo que contrató Menem en 1989!) para intervenir en todas las cuestiones derivadas de la deuda con el exterior. Es una incongruencia que Kirchner critique la década menemista, pero contrate al mismo estudio que contrataba Menem.”
El tan anunciado fin de la deuda externa en la gestión de Néstor Kirchner con la cancelación al Fondo Monetario Internacional de la deuda fue un efecto político notable, pero no impidió el crecimiento y el reclamo de los acreedores. Olmos Gaona decía en 2005: “El anuncio de Kirchner fue totalmente efectista y obediente: lo hizo al día siguiente que Lula anunciara la cancelación de la deuda y 24 horas después de que Rodrigo de Rato instara al gobierno argentino a “seguir el ejemplo”. Mucha gente cree que se acabó la Deuda Externa. Pero lo que se pagó es sólo el 9% de una deuda global de 140.000 millones de dólares. Este año, “doña” Felisa Miceli tendrá que emitir 3.000 millones de dólares en nuevos títulos de deuda, para compensar las reservas utilizadas en la cancelación, a una tasa anual del 9.5%. Los 9.500 millones de pesos pagados al FMI tenían una tasa anual del 4.5%. Tampoco nos liberamos del FMI, nada que ver. Argentina forma parte del FMI desde 1956, y este organismo audita anualmente las cuentas públicas de todos los países miembros. El FMI seguirá haciendo “lobby” a favor los acreedores de Argentina. Hay 139.000 millones de dólares en títulos de la deuda en manos del Club de París, de otros grupos financieros internacionales, y de bonistasparticulares. Para pagarlos se nos exigirá un superávit fiscal permanente, algo imposible de sostener. Lo absurdo de todo esto es que el Poder Ejecutivo, teniendo elementos concretos para impugnar la deuda -denuncia y sentencia en la justicia penal-, no dice nada y paga. “
Fruto de nuestra propia desidia.
Lo que sucede hoy con la deuda argentina y los reclamos en tribunales extranjeros que nuestros funcionarios avalaron, es la consecuencia de una actitud crónica de sostener la legitimidad de algo fraudulento. El default está a la vuelta de la esquina por los tropiezos de muchos años, pero no hay voluntad de investigar las décadas de estafas y a los usureros que aun rodean al poder. Pagar lo que corresponda no es incumplir, es honrar nuestras leyes y nuestro futuro.
Claudio Scabuzzo
La Terminal
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