El verdadero poder, el poder por el que tenemos que luchar día y noche, no es poder sobre las cosas, sino sobre los hombres.
El poder radica en infligir dolor y humillación. El poder está en la facultad de hacer pedazos los espíritus y volverlos a construir dándoles nuevas formas elegidas por uno mismo.
Un mundo de miedo, de ración y de tormento, un mundo de pisotear y ser pisoteado, un mundo que se va a volver cada día más despiadado. El progreso de nuestro mundo será la consecución de más dolor.
Las antiguas civilizaciones sostenían basarse en el amor o en la justicia. La nuestra se funda en el odio. En nuestro mundo no va a haber más emociones que el miedo, la rabia, el triunfo y el autorebajamiento. Todo lo demás lo vamos a destruir, todo.
Hemos cortado los vínculos que unían al hijo con el padre, a un hombre con otro y al hombre con la mujer. Nadie confía ya en su esposa, en su hijo ni en un amigo.
No habrá lealtad.
No va a haber risa, excepto la risa triunfal cuando se derrota a un enemigo. No habrá arte, ni literatura, ni ciencia. Ya no va a haber diferencia entre la belleza y la fealdad. Todos los placeres van a ser destruidos. Pero siempre, siempre va a existir el ansia de poder, la sed de dominio, que aumentará constantemente y se hará cada día más sutil. Siempre va a existir la emoción de la victoria, la sensación de pisotear a un enemigo indefenso. Si querés hacerte una idea de cómo va a ser el futuro, imaginate una bota aplastando un rostro humano... sin parar.
Acordate que es para siempre. Siempre va a estar ahí la cara que va a ser pisoteada. El hereje, el enemigo de la sociedad, siempre van a estar a mano para que puedan ser derrotados y humillados una y otra vez.
Va a ser un mundo de terror al mismo tiempo que un mundo triunfal.
A una oposición más débil corresponderá un despotismo más implacable.
Siempre vamos a tener al hereje a nuestro albedrío, aullando de dolor, destrozado, despreciable y, al final, totalmente arrepentido, salvado de sus errores y arrastrándose a nuestros pies por su propia voluntad. Ése es el mundo que estamos preparando. Un mundo de victoria tras victoria, de triunfos sin fin, una presión constante sobre el nervio del poder.
Vas a hacer más que comprenderlo. Lo vas a aceptar, lo vas a recibir encantado, te vas a convertir en parte de él.
Extracto de 1984 de George Orwel