Este jueves se conmemoraron 28 años del asesinato impune del Presidente de Burkina Faso, Thomas Sankara, quien lideró un proceso revolucionario para la autodeterminación en esta nación africana, ubicada al oeste del continente.
El también conocido como “Che Negro”, o “Che Guevara africano”, fue asesinado en su cuarto año de mandato presidencial, en 1987, cuando solo contaba con 37 años. Sin embargo, el tiempo en el poder fue suficiente para mostrar de qué se trataba la Revolución Democrática y Popular que instaló en su país en 1983 tras la toma del poder junto a otros militares. Entre ellos, paradójicamente, figuraba el mismo que lo mandó a asesinar: Blaise Compoaré, personaje que luego instalaría un régimen derrocado por revueltas populares a finales de 2014, 27 años después.
Con ideas basadas en las teorías marxistas y leninistas, alimentadas por las luchas de Ernesto Guevara, Nelson Mandela o Fidel Castro, entre otros, Sankara, convencido de que para lograr la justicia social el poder debía estar en manos del pueblo, además de pasar obligatoriamente por la reivindicación del rol de la mujer, se propuso impulsar reformas agrarias, educativas e institucionales.
Este nuevo escenario de reivindicaciones al pueblo no fue del agrado de las transnacionales, dedicadas a explotar los recursos minerales y humanos de Burkina Faso, y mucho menos a los intereses de Francia, país que había mantenido al país africano como colonia hasta 1960.
Aquel 15 de octubre de 1987, Sankara fue asesinado por disparos junto a otros funcionarios. Al siguiente día su certificado de defunción diría que había fallecido de “muerte natural”, un dato creíble en un momento en el que la expectativa de vida en el país africano rondaba los 40 años.
A un año del derrocamiento del ex-dictador y presunto asesino intelectual de Sankara, Compaoré, y a pocas semanas de haber derrotado un golpe de Estado –perpetrado por simpatizantes del mismo Compaoré, asilado en Costa de Marfil desde 2014– que pretendía torcer su camino hacia la restauración de la democracia, el pueblo burkinés conmemora la muerte física de Tom Sank, como lo llamaban, con conciertos, conferencias y proyecciones de películas en la capital, Ouagadougou, dedicados a enaltecer su legado.
Por su parte, los familiares de Sankara, en compañía de políticos revolucionarios de Burkina Faso, continúan exigiendo el esclarecimiento del crimen que acabó con la vida de líder africano, petición que Compaoré negó en sus casi tres décadas de gobierno con la excusa de que las circunstancias del asesinato ya eran ampliamente conocidas por todos.
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